Blog Paleobull
No, no tiene sentido contar calorías para controlar el peso. La caloría es una unidad de energía térmica. Tradicionalmente se ha empleado la caloría para medir la energía de los alimentos ingeridos y así elaborar dietas aplicando la ecuación del balance energético: las calorías que se ingieren menos el gasto energético es igual a la grasa que se almacena.
Pero esto es un grave error, las calorías no influyen en la composición corporal de los individuos. Estudios científicos han demostrado que dietas isocalóricas (idénticas calorías) con mismo reparto de macronutrientes diferentes, tienen un impacto diferente en la acumulación de grasa corporal.
La obesidad ya es una epidemia mundial, según asegura la OMS (Organización Mundial de la Salud). La OMS afirma además que la obesidad infantil es uno de los problemas más graves de salud pública del siglo XXI.
Tradicionalmente se pensaba que la obesidad era responsabilidad exclusiva del individuo, de su dieta y del ejercicio físico que hace (el falso dogma come menos y gasta más). Pero hoy en día sabemos que eso no es así. La obesidad es una enfermedad multifactorial en el que el entorno del individuo tiene una gran influencia.
A pesar de lo que muchos piensan, el control del hambre es mucho más que fuerza de voluntad. La regulación del apetito es un proceso extremadamente complejo del que poco a poco vamos averiguando algunos de sus mecanismos.
Las hormonas, los mensajeros químicos que utiliza nuestro organismo para enviar señales al cerebro, juegan un papel fundamental en la regulación de la saciedad y el apetito.
En concreto, ya sabemos que la leptina, descubierta en 1994, y la insulina son dos de las principales hormonas implicadas en los procesos de la regulación de la saciedad y el apetito. La leptina es un controlador del metabolismo y un regulador del hambre, y es conocida como la hormona del hambre.
La dieta paleo o modelo de nutrición evolutiva aconseja evitar el consumo de lácteos, legumbres y granos. Y con ellos, cualquier derivado, como el pan o la pasta elaborada con harina de trigo.
Los motivos por los que se desaconseja consumir granos y sus derivados son:
- Tienen poca densidad nutricional (los nutrientes que te aportan respecto los que necesitas).
- Inducen elevados picos de glucosa e insulina en sangre (uno de los factores de riesgo de la diabetes tipo II).
- Contienen sustancias potencialmente peligrosas o antinutrientes (son las defensas del grano ante ataques externos).
- El gluten que contienen contribuye a la permeabilidad e inflamación intestinal (sobre todo en las personas celíacas).
Esta es una de las principales dudas que surgen cuando se habla de la dieta paleo. A pesar de que muchos piensan que la dieta paleo es alta en proteínas y grasas, y baja en carbohidratos, es totalmente falso. La dieta paleo no es baja en carbohidratos.
La dieta paleo es un modelo nutricional basado en la evolución que te indica los alimentos que debes priorizar, los que debes tomar con moderación y los que tienes que evitar. Pero siempre referido a alimentos, nunca ha cantidades ni porcentajes. Por este motivo, afirmar que la dieta paleo es alta o baja en carbohidratos no tiene sentido.
Uno de los mitos más extendidos cuando se habla de la dieta paleo o dieta evolutiva es que la esperanza de vida del ser humano del paleolítico era baja, cercana a los 20 años, y que aumentó progresivamente gracias a la revolución agrícola y posterior desarrollo de la civilización. Lo que lleva a afirmar que el ser humano en el paleolítico moría joven. Nada más lejos de la realidad.
En primer lugar, la esperanza de vida es la media de la cantidad de años que vive una población en un determinado periodo, es decir, el promedio de edad de las personas fallecidas. La esperanza de vida no mide la edad máxima a la que llega la población más longeva, sino la edad media a la que muere.