Blog Paleobull
Uno de los principales pilares de la salud, junto con el descanso y la actividad física, es una buena alimentación. Pero a veces, en búsqueda de una perfección extrema, llevamos las dietas hacia el lado equivocado.
Muchas veces nos obsesionamos con lo que comemos. Una vez que entramos al mundillo de la alimentación saludable, es fácil cuestionarse todo. Y claro, la nutrición como ciencia es relativamente nueva. De hecho, algunos de los conceptos alimentarios con los que fuimos criados hoy en día están obsoletos, como el miedo a las grasas y a los huevos.
Pero en esa búsqueda de lo que es sano es fácil perder el foco si llevamos las cosas a los extremos. Porque lo que hacemos para mejorar nuestra salud, empieza a jugar en nuestra contra. Y acciones como las que te explicamos a continuación son señales de alarma a las que debes prestarle atención.
¿Eres de los que empiezan todos los lunes con ánimo de hacer ejercicio pero ya el miércoles sientes que tus fuerzas flaquean? ¿Te has propuesto mil veces realizar un programa de entrenamiento que no llevas a cabo? ¿Quieres hacer del ejercicio un hábito en tu vida pero sientes que se te escapa de las manos? No te preocupes, no estás solo.
Si bien muchos dicen que lo que necesitamos para hacer ejercicio son las ganas, la verdad es que la motivación juega un papel importantísimo. Tanto que sin ella una tarea que antes nos parecía placentera, puede empezar a verse como rutinaria, fastidiosa y quizás hasta obligada. Y muchas veces con el ejercicio nos pasa eso.
Desde que somos pequeños nos enseñan que las vitaminas son esenciales para el correcto funcionamiento de nuestro organismo y que la carencia de alguna de ellas puede ser el origen de un sinfín de enfermedades.
El aporte de las vitaminas gracias a los alimentos que ingerimos es fundamental para gozar de buena salud. No obstante, en el caso de una de ellas puede que no sea suficiente. Nos estamos refiriendo a la vitamina D.
La vitamina D se puede obtener de tres formas: con los alimentos, con los suplementos o a través de la piel, ya que nuestro cuerpo la produce después de exponerse al sol. Y es justo en este último punto donde residen las principales carencias. No nos exponemos lo suficiente a la luz directa del sol. Los inviernos, el uso continuo de protectores solares y largos períodos sin recibir los rayos directos del sol, hace que bajen los niveles de vitamina D en nuestro cuerpo.
El confinamiento que hemos vivido durante el estado de alarma ha sido una situación única que nos cuesta entender y racionalizar. Al pensar en esta pandemia, nos damos cuenta de que la realidad termina siendo muchas veces más dura que cualquier escenario que nuestra imaginación puede crear. Durante el periodo de encierro nuestra vida cambió drásticamente de la noche a la mañana.
Hemos vivido un escenario insólito, estar encerrados en casa. Todos hemos cumplido con la norma de permanecer en casa y salir sólo para los necesario. Algunos han continuado con su trabajo desde sus casas y otros profesionales -como el personal sanitario, de limpieza y quienes trabajan en servicios de primera necesidad- han seguido en sus puestos habituales. Pero la gran mayoría de nosotros, acostumbrados a ver nuestro hogar sólo como un lugar donde descansar, hemos hecho de nuestras casas nuestra única realidad durante el confinamiento.
Caer entre los brazos de Morfeo es una de las actividades que realizamos de manera natural y que no le damos la importancia que tiene, hasta que nos falta. Una noche de mal sueño puede hacernos trastornar el día. Pero el sueño tiene muchas más funciones que simplemente descansar.
Claro, podríamos decir que el descanso es la principal. Pasar una noche sin dormir es asegurarnos un día con malestar. No nos concentramos, tenemos que recurrir a litros de café para empezar a funcionar medianamente bien y hasta el humor nos puede cambiar. Así sea por diversión, por angustia, por trabajo, el dormir poco actúa de manera negativa en nuestro cuerpo.
Seguramente habrás leído acerca de los macronutrientes en cantidad de publicaciones de nutrición y fitness. Pero, ¿sabes realmente cuál es la función de cada uno de ellos?
Los macronutrientes, a veces llamados macros, son sustancias que el cuerpo necesita en grandes cantidades para subsistir. Se dividen en tres grandes grupos: carbohidratos, grasas y proteínas, siendo esta última de la que hablaremos en este artículo.