Blog Paleobull
Disponer de buenas habilidades psicológicas tiene un fuerte impacto en el rendimiento deportivo y en el bienestar de cualquier deportista.
Por este motivo, desde hace años, la psicología en el deporte es comprendida como un aspecto más en el desarrollo de los atletas.
Actualmente, no hay entidad deportiva con cierto nivel que no cuente con el apoyo de profesionales para ayudar a los deportista en el entrenamiento de sus capacidades mentales.
Pero no es necesario ser deportista profesional para trabajar las habilidades psicológicas.
Todos podemos hacerlo.
Algunas de las técnicas las puedes poner en práctica, fácilmente, por tu cuenta o con la ayuda de tu entrenador.
En este artículo vamos a ver algunas de las técnicas psicológicas que tienes a tu alcance para fortalecer tu mentalidad y mejorar tu rendimiento en el deporte.
Definitivamente el mindfulness es una práctica que ha llegado a nuestras vidas para quedarse. El estar realmente presentes es una búsqueda continua en los que deseamos una vida saludable y cada vez más entendemos que no hay mejor momento que el ahora.
Porque de eso se trata. El mindfulness nos enseña a vivir en el momento, saborearlo, sentirlo con todo nuestro cuerpo y con esto, dejar de lado las angustias del pasado y las preocupaciones del futuro. No es que no existían pero mientras más centrados estemos en el presente, de mejor forma aceptaremos lo que pasó y lo que viene en nuestras vidas.
Todos somos conscientes que la exposición prolongada a una situación de estrés es perjudicial para la salud. Pero en pequeñas dosis el estrés puede tener el efecto contrario, y no ser dañino sino hasta beneficioso. Esto sucede gracias a la hormesis.
El concepto de hormesis hace referencia a las adaptaciones beneficiosas que los seres vivos realizan para sobrevivir a las situaciones adversas que soportan, debidas a los cambios que el medio ambiente que les rodea sufre constantemente.
Esto más allá de un concepto que pueda ayudarnos a entender cómo evolucionamos hasta los seres que somos actualmente, también tiene que ver con nuestra capacidad de adaptación a situaciones que no son las ideales y como nuestro organismo realiza los cambios necesarios para afrontarlas.
¿Vivir con muy poco? Estas palabras pueden sonar extrañas en la sociedad excesivamente consumista en la que vivimos, pero es precisamente lo que te propone el minimalismo, vivir y disfrutar solo con lo necesario.
El minimalismo es la es «la tendencia a reducir a lo esencial, a despojar de elementos sobrantes». Surge como movimiento artístico a principio de la década de los 60 y se refiere -en arte- a usar los elementos básicos y mínimos. Pero esta preferencia se ha extrapolado más allá de las salas de los museos y se ha hecho una cultura de vida.
El minimalismo consiste en vivir con pocas posesiones, lo que realmente necesitas de manera intencional. Se le da valor a lo que realmente tiene significado y se deja de lado las distracciones, objetos y hasta conductas que llenan espacios sin sentido.
¿Eres de los que empiezan todos los lunes con ánimo de hacer ejercicio pero ya el miércoles sientes que tus fuerzas flaquean? ¿Te has propuesto mil veces realizar un programa de entrenamiento que no llevas a cabo? ¿Quieres hacer del ejercicio un hábito en tu vida pero sientes que se te escapa de las manos? No te preocupes, no estás solo.
Si bien muchos dicen que lo que necesitamos para hacer ejercicio son las ganas, la verdad es que la motivación juega un papel importantísimo. Tanto que sin ella una tarea que antes nos parecía placentera, puede empezar a verse como rutinaria, fastidiosa y quizás hasta obligada. Y muchas veces con el ejercicio nos pasa eso.
Como ya te habrás enterado, meditar debería ser una de tus actividades diarias -o al menos semanales- para incluir en tu rutina de vida más saludable. Pero es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Si eres de los que sientes que la «meditación no es para mí», lee este artículo que seguramente te puede ayudar.
Sí, la meditación es la nueva «alimentación saludable». En todas partes se habla de ella y cada vez más encontramos razones -con base científica- para practicarla. Desde la gestión del estrés hasta la ayuda para controlar ciertas afecciones crónicas.
Pero si meditar fuese tan fácil como cerrar los ojos y simplemente recibir los beneficios, todos lo estaríamos haciendo, ¿cierto? Y es ahí dónde está el dilema: es una actividad que requiere práctica y cierta disposición para lograr perfeccionarla.