Definitivamente, el mindfulness es una práctica que ha llegado a nuestras vidas para quedarse. El estar realmente presentes es una búsqueda continua en los que deseamos una vida saludable y entendemos cada vez mejor que no hay momento más importante que el ahora.
Porque de eso se trata. El mindfulness nos enseña a vivir en el momento, saborearlo, sentirlo con todo nuestro cuerpo y con esto, dejar de lado las angustias del pasado y las preocupaciones del futuro. No es que no existían pero mientras más centrados estemos en el presente, de mejor forma aceptaremos lo que pasó y lo que viene en nuestras vidas.
Origen del mindfulness
Existen diversas teorías sobre el origen del mindfulness. La más aceptada es la que lo relaciona con las meditaciones que se practican desde tiempos antiguos en las tradiciones y filosofías orientales. Hinduistas practicando yoga, taoístas con los ejercicios de qì gong y los budistas con meditación consciente, en todas estas vertientes encontramos un poco de lo que hoy le decimos atención plena.
En épocas más modernas, se considera a Jon Kabat-Zinn como el principal responsable de los ejercicios de mindfulness. Jon Kabat-Zinn realizó una investigación en 1979 en el Centro Médico de la Universidad de Massachusetts, en la que encontró que su programa llamado Reducción del Estrés Basado en la Atención Plena (o MBSR por sus siglas en inglés) alivió significativamente los pesares y mejoró el bienestar anímico de los participantes. Este programa se basaba en un entrenamiento de meditación y yoga que potenciaban la relajación y reducción del estrés.
Observar, reconocer y regresar: la base de todo
Es fácil escuchar la palabra mindfulness en todas partes, pero su técnica -bien aplicada- tiene que ver más con ejercicios que podemos hacer para incorporar a nuestra vida que a un adjetivo de moda en la industria saludable.
Podemos tomar como ejemplo los ejercicios de respiración consciente. Aunque no lo parezca, sentarse a sentir realmente como respiramos -una acción automática a la cual no le prestamos la suficiente atención en el día a día- puede ser una experiencia difícil. Porque nuestra mente, «la loca de la casa» como decía Santa Teresa de Jesús, está continuamente dando vueltas, repensando situaciones pasadas o tratando de solucionar problemas futuros. Y de ahí que la práctica del mindfulness no sea tan sencillo como «sentarse a respirar calmadamente».
De hecho, una de las sensaciones que se tienen durante este tipo de ejercicios es la de aburrimiento, sentir que no se está logrando nada -justamente porque la mente inquieta nos obliga a todo el tiempo hacer, solucionar, planificar-. Pero la práctica del mindfulness nos invita no a desechar esos pensamientos sino a observarlos, reconocerlos y regresar (a la respiración). Esto es la base de la atención plena. Explicando más esta triada con los ejercicios de respiración se sintetiza de la siguiente manera:
Observar significa no participar. Es decir en vez de hurgar en los pensamientos o sensaciones que tengamos, tenemos que verlos como una película y dejarlos pasar sin intervenir en ellos.
Reconocer invita a no emitir juicios sobre los pensamientos que nos ocurren. Es la práctica consciente de entender que están ahí y que no son ni buenos ni malos así como no lo somos nosotros. Son pensamientos y sensaciones que pasan y reconocemos que han surgido. No tenemos que ser jueces de nuestros pensamientos ni darles ninguna connotación moral.
Finalmente, volvemos. Esta es la parte más consciente donde elegimos regresar a la respiración y prestar atención al aquí y el ahora en vez de dejarnos llevar por la película de los pensamientos y sensaciones. Lo hacemos de manera voluntaria.
Este ejercicio de la respiración se extrapola a otros aspectos de la vida cuando iniciamos la práctica del mindfulness. Que si bien al principio puede sentirse complicada, que te cuesta o que «no es para ti» como muchas personas dicen de otras técnicas de meditación.
Pero darse la oportunidad de encontrar el propio camino para calmar las emociones y lograr un mejor y más pleno presente, es una tarea que bien vale la pena intentar. Seguramente, ¡tu salud te lo agradecerá!
Foto Binja69