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Nada más inteligente, coherente, económico y sostenible que comer alimentos de cercanía y propios de cada estación. No sólo aportan más nutrientes y están más sabrosos cuando es su tiempo, sino que aportan justo lo que el organismo necesita esa temporada y, además, tienen el mejor precio. La primavera es un festival nutricional que nos regala frutas, verduras, pescados y legumbres llenas de propiedades ideales para cubrir las necesidades que nuestro organismo tiene en este momento.

Después de un día largo y agotador, es fácil caer en la tentación de optar por opciones poco saludables para la cena. Sin embargo, lo que comes por la noche influye en tu calidad del sueño, metabolismo y bienestar general. Una cena ligera, nutritiva y bien pensada favorece un sueño reparador, facilita la digestión y evita que llegues a la cama sintiendo pesadez.

Desayunes temprano o tarde, en mayor o menor cantidad, o incluso si practicas el ayuno intermitente, lo que comes a primera hora del día influye directamente en tu energía, claridad mental, rendimiento cognitivo, sensación de hambre y estado de ánimo.

Últimamente se habla mucho de los caldos de huesos por sus propiedades antiinflamatorias y restaurativas, sobre todo en invierno o cuando hacemos ayuno intermitente. Esta receta ancestral, ahora redescubierta y renovada, es un auténtico tesoro para la salud, sobre todo si se prepara con los ingredientes y métodos tradicionales que aquí te explicaremos.

