Japón se ha convertido en los últimos años en una verdadera referencia por esa mezcla de tradición y modernidad tan personal e intransferible, y por una particular filosofía vital marcada por unos principios inquebrantables que los lleva a disfrutar de una elevada longevidad en plenitud de condiciones físicas y mentales.
El magnetismo de Japón está fuera de toda duda. El país asiático, que en la actualidad es un ejemplo de cómo la tradición y la modernidad son capaces de coexistir en perfecta armonía, tiene mucho que ofrecer al mundo. Y no hablamos exclusivamente de sus bellos parajes, imponentes urbes, suculentos manjares o inspiradora cultura, nos referimos a la influencia de una sabiduría ancestral y un sistema de valores y costumbres que da a sus habitantes la capacidad de disfrutar de una vida larga y plena.
Japón es un lugar de contrastes en el que paradójicamente es posible encontrar el equilibrio físico y mental, y la receta para revertir los efectos del paso del tiempo. Okinawa, la provincia más meridional de Japón, es un archipiélago que hace dos décadas fue definido por Dan Buettner, de National Geographic, como una zona azul (blue zone), es decir, una región en la que la concentración de personas centenarias es mayor de lo habitual y en la que confluyen una serie de características que lo explican.
El concepto surgió a raíz de una investigación demográfica, publicada en Journal of Experimental Gerontology, identificando Cerdeña (Italia) como la región con mayor proporción de hombres que habían logrado superar la barrera del siglo de vida. Animado por los hallazgos, el escritor y explorador, también situó en su particular mapa de la longevidad, además de las mencionadas, otras regiones en lugares tan dispares como Ikaria (Grecia), Loma Linda (California, EE. UU.) y Península de Nicoya (Costa Rica).
Y todas ellas compartían varios denominadores comunes basados principalmente en su forma de relacionarse y conectar con sus semejantes, en un estilo de vida activo, en una alimentación saludable y en cómo le dan sentido a la propia experiencia vital. Un conjunto de características que, en el caso de Okinawa y Japón, han dado lugar a varios conceptos que sintetizan y explican de forma reveladora cómo la sabiduría milenaria conduce a una vida plena.
El Ikigai: propósito de vida
Si hubiera que levantar unos cimientos sólidos para fomentar un aumento notable de la esperanza de vida, los okinawenses probablemente mencionarían el término ikigai, una palabra difícil de definir etimológicamente hablando, pero cuyo significado viene a ser propósito de vida. El motivo que nos hace levantarnos por la mañana o aquello que hace que todo tenga sentido en nuestra existencia es una potente herramienta para vivir más años.
De hecho, hay diversos trabajos científicos, como el publicado en Physcosomatic Medicine, que certifican que el ikigai tiene un impacto en la longevidad. Los participantes que afirmaban haberlo encontrado vivían significativamente más tiempo y con mayor calidad que aquellos que no tenían un objetivo vital bien definido.
Este concepto no es algo fijo y puede evolucionar a lo largo de la vida, pero está claro que esa búsqueda de la satisfacción personal es el motor que le da sentido a todo. Y está determinada, como decíamos, por factores que tienen que ver con el bienestar físico y mental, y con el cuidado de las relaciones personales.
Palabras que son pura filosofía vital
Puede que el ikigai sea el pilar fundamental sobre el que se construye una vida plena, pero a su vez está condicionado por una serie de conceptos que esconden profundos significados y que ayudan a comprender la particular filosofía de vida japonesa.
Marcada por unos principios inquebrantables que rigen el comportamiento de sus habitantes, entre los que podemos destacar la honestidad, el respeto, la solidaridad, la humildad, la paciencia, la lealtad, la austeridad o la gratitud.
Valores todos ellos que dan lugar a palabras que, como el ikigai, esconden mucho más. Son palabras que tienen un profundo significado, pero que, sin embargo, no tienen traducción en ningún otro idioma. Estos son algunos:
Tegewa
Es una de esas palabras que resumen a la perfección un planteamiento de vida sin grandes artificios. En Okinawa sus habitantes la emplean para evitar la parálisis por análisis, uno de los males de nuestro tiempo. Frente a esa complicación excesiva a la hora de analizar o resolver un problema, en Japón emplean Tegewa, es decir, piensa sencillo, no te compliques. Todo es mucho más simple.
Nankurunaisa
Esta palabra del dialecto de Okinawa está también muy relacionada con el espíritu del anterior concepto, ya que, si Tegewa aboga por no complicarse en exceso, Nankurunaisa es el método que los japoneses tienen para relativizar un problema. Es algo así como el tiempo todo lo cura. Tarde o temprano las aguas volverán a su cauce, por lo que hay que poner en perspectiva los problemas porque la mayoría son irrelevantes. Es una manera de ahorrar un sufrimiento innecesario.
Kintsugi
Si algo en nuestra vida nos supera, nada como pensar en este tipo de artesanía japonesa para tomar un nuevo impulso. Esta palabra significa «carpintería dorada» y es una forma de reparación de objetos de cerámica o porcelana utilizando la resina del árbol Urushi mezclada con polvo de oro, plata o platino. Es la resiliencia occidental. El arte de renacer fortalecido ante la adversidad. Seremos más fuertes que cuando caímos. Nuestras cicatrices son más fuertes que aquello que nos intentó herir. Y cuentan nuestra historia.
Ichigo Ichie
Otro de los conceptos que invitan a la reflexión es Ichigo Ichie, algo así como «un momento, una oportunidad». Un recordatorio constante de que hay que vivir cada momento como si fuera el último porque es irrepetible. Es el carpe diem japonés y está muy asociado a la famosa ceremonia del té, que requiere una atención plena y poner los cinco sentidos en lo que se está haciendo para disfrutarlo intensamente.
Kaizen
Si el Ikigai es ese propósito que guía nuestro camino, Kaizen es esa necesidad de buscar la evolución, un proceso de mejora continua y un cambio positivo que puede producirse en cualquier ámbito de la vida personal y laboral. Es la búsqueda constante de nuestra mejor versión y tiene mucho que ver con el crecimiento personal y cómo se proyecta hacia los demás.
Ganbaru
Pero para alcanzar esa grandeza es necesario tratar de ofrecer nuestra mejor versión. Dar el cien por cien y hacer todo lo que esté en nuestra mano para lograr un propósito. Y Ganbaru representa precisamente eso. Todos tenemos un potencial increíble y simplemente tenemos que canalizarlo para que cristalice de la forma adecuada. Dar todo lo que llevas dentro no solo te ayuda en tu desarrollo, es una filosofía de vida que se contagia. Es la máxima expresión del compromiso con lo que haces.
Omotenashi
Ya hemos comentado que el cuidado de las relaciones en Japón es algo fundamental y estas se cultivan gracias, entre otras cosas, a conceptos como Omotenashi. Un acto de bondad, la belleza y el placer de servir a los demás sin que nadie te lo haya pedido y sin ninguna pretensión de recibir algo a cambio. Satisfacer los deseos que el resto ni siquiera ha expresado es un gesto de generosidad que define muy bien esa solidaridad japonesa tan única.
Chowa
Todo lo anteriormente expuesto, y otros muchos conceptos imposibles de abarcar en unos pocos párrafos, conducen en última instancia a hablar de Chowa, que es la armonía que te hace sentir en paz con la vida. El equilibrio que da la felicidad. La búsqueda de ese equilibrio interior se traduce en última instancia en tranquilidad y bienestar. Hay muchas formas de Chowa. Simplemente, debemos tratar de ordenar nuestra vida para construir la felicidad que tanto anhelamos.
Tener una vida centenaria o al menos lograr aumentar notablemente la longevidad, es el resultado de todas aquellas acciones que hacemos en el día a día y que, en última instancia, nos procuran un bienestar físico y mental. La sabiduría japonesa nos transmite estrategias, pero no se olvida de las tácticas que fomentan y dan forma al ikigai.
El Hara Hachi Bu, que permite controlar la calidad y la cantidad de lo que se come a diario, los famosos baños de árboles (Shinrin Yoku) que invitan a disfrutar del contacto con la naturaleza de forma activa, el método Tabata de ejercicio físico, o la famosa meditación zen que ayuda a reducir el estrés y serenar la mente. Estas son algunas de las máximas expresiones de vida saludable de los japoneses, que no buscan una vida centenaria. Tan solo, disfrutan del trayecto, del placer de vivir.