La mayoría de nosotros habremos pasado por momentos o etapas estresantes durante nuestra vida que nos han puesto a prueba tanto a nivel físico como mental.
¿Quién no ha sentido malestar digestivo o dolores de cabeza en periodo de exámenes? Otras veces podemos sufrir brotes de acné, estados de ánimo deprimidos o alteraciones en la ingesta de alimentos ante situaciones difíciles como pueden ser la pérdida de un trabajo, dificultades económicas o a causa del exceso de trabajo.
Por un lado, el estrés agudo es necesario porque nos permite estar en alerta y reaccionar ante situaciones demandantes. Pero cuando se hace crónico puede llegar a enfermarnos. Los síntomas antes descritos pueden ser manifestaciones de estrés que, en algunos casos, podría desembocar en trastornos de ansiedad, depresión y otras dolencias físicas y mentales.
Los problemas de ansiedad se encuentran entre los trastornos psiquiátricos más comunes y afectan a millones de personas en todo el mundo. La ansiedad, si es grave, se puede convertir en un problema de salud muy importante, resultado de una compleja combinación de factores genéticos, experiencias personales, química cerebral (neurotransmisores), estilo de vida y personalidad.
Existen diferentes tipos de ansiedad que incluyen fobias, trastornos de estrés postraumático, trastornos obsesivos-compulsivos y trastornos de ansiedad generalizada, entre otros.
Por otra parte, existen numerosas opciones para poder controlar nuestra ansiedad y que podemos incluir en nuestra vida diaria como estas técnicas psicológicas y de relajación usadas en el deporte, el ejercicio físico adaptado, una dieta rica en nutrientes, la higiene del sueño y algunos enfoques alternativos que incluyen la meditación, la suplementación con adaptógenos, el yoga y el taichí.
EL YOGA CONTRA EL ESTRÉS
El yoga es una actividad que ayuda a mejorar la flexibilidad, el equilibrio, el desarrollo de la fuerza, y a aliviar el estrés.
Durante mucho tiempo, la práctica del yoga se encasilló como una actividad minoritaria adoptada principalmente por individuos de la «new age». Sin embargo, hoy en día están surgiendo estudios accesibles para todos los públicos y millones de personas lo están practicando junto a otras disciplinas deportivas o asociadas al bienestar físico y mental.
Al practicar yoga, las neuronas desarrollan nuevas conexiones o sinapsis que resultan en mejores destrezas cognitivas, como el aprendizaje y la memoria. El yoga fortalece áreas del cerebro que jugarían un papel determinante en el pensamiento y el lenguaje. La respiración profunda, lenta y consciente se asocia también con estados más relajados al activar el sistema nervioso parasimpático.
Los estudios también muestran que el yoga y la meditación pueden mejorar funciones cerebrales que pueden ayudarnos a hacer frente a los problemas de la vida de una forma más positiva y con menos estrés. Algunas de estas mejoras las encontramos en el razonamiento, la toma de decisiones, la memoria, el aprendizaje y el tiempo de reacción.
Estas prácticas también pueden modular el estado de ánimo al incrementar los niveles de una sustancia química en nuestro cerebro llamada ácido gamma-aminobutírico (GABA), que se relaciona con estados de ánimo mejorados y reducción de la ansiedad.
Además, el componente de meditación del yoga podría incluso ayudar a retrasar la aparición de la enfermedad de Alzheimer y limitar la disminución de la memoria relacionada con el envejecimiento.
EL TAICHÍ PARA DISMINUIR EL ESTRÉS
A la hora de abordar posibles alternativas para mantener a raya nuestro estrés no debemos olvidar la práctica del taichí.
El taichí es una forma de ejercitar mente y cuerpo que se basa en movimientos lentos, fluidos y coreografiados. A menudo se llama meditación en movimiento.
Seguro que muchos tenemos en la mente la típica imagen de las películas en la que aparece un grupo de personas practicando taichí al aire libre.
Al igual que el yoga, el taichí ha ido ganando adeptos en las últimas décadas, lo cual no es de extrañar teniendo en cuenta los efectos positivos de esta actividad. Algunos de ellos son la reducción de la presión arterial, el control de la ansiedad y la mejora del equilibrio.
Los principios del taichí consideran el cuerpo como un sistema interconectado. La alineación y la postura son parte de esta integración estructural y consiguen que puedas moverte de una forma más eficiente en tu día a día. El resultado es menos estrés, menos carga en las articulaciones y un mejor equilibrio físico y mental. La práctica te ayudará a relajar los músculos para que tu cuerpo se mueva con más libertad.
Por ejemplo, a través de tu postura corporal: enderezar la espalda y abrir el pecho con los hombros hacia atrás, hace que la respiración sea más profunda y eficiente.
Además, la integración del taichí no sólo alivia posibles dolores de espalda y cuello, sino que también es capaz de mejorar el estado de ánimo, reducir la ansiedad y fortalecer tu corazón.
Los textos clásicos relatan que el taichí te ayudará a ser «fuerte como un roble, flexible como un sauce y claro como el agua tranquila».
EN RESUMEN
El ritmo de vida actual hace que muchos tengamos niveles de estrés elevados de forma regular.
Este estrés continuado puede dar fruto a enfermedades y trastornos que debemos evitar.
Sin olvidar los factores de los que hablamos habitualmente, como la alimentación, el ejercicio y el sueño, las prácticas de la meditación, el yoga y el taichí también han demostrado ser de mucha ayuda a la hora de combatir el estrés.
Otro añadido es que el yoga y el taichí fomentan el contacto con la naturaleza y con los demás mediante sesiones en grupo y al aire libre.
Y aunque no te hagan ganar tanta fuerza como realizar un entrenamiento adecuado, sin duda tienen un gran impacto en tu movilidad, flexibilidad y equilibrio. Tu salud te lo agradecerá.