Según escribió, con gran acierto, William Shakespeare hace casi medio milenio: «Los seres humanos estamos hechos del mismo material que tejen los sueños», aunque se podría añadir que estamos tejidos con sueños y, también, con pensamientos. Al fin y al cabo los sueños no son más que una proyección de aquello que habita en nuestra mente y que va tomando forma a través del propio pensamiento.
Todos esos pensamientos que nos van ocupando la mente a lo largo del día, y cuyo número es infinito, se transforman en un autodiálogo interno capaz de fortalecer o empobrecer nuestro rendimiento, ya sea mental o físico. Gran parte de poder cumplir con la sentencia de «Mens sana in corpore sano» depende de esa conversación íntima que mantenemos con nuestro interior. Pero, ¿qué es y cómo usarlo para mejorar nuestro rendimiento?
¿Qué es el diálogo interior?
La manera más sencilla de definir el autodiálogo o diálogo interior es la conversación que mantenemos con nosotros mismos sobre la que basamos nuestras actuaciones.
¿Cuántas veces al día surgen dudas, preocupaciones o pequeños retos que tenemos que afrontar y que no acabamos de tener claro? Es como imaginar que dentro de nuestro interior habita un ser sabio que siempre va a decirnos el camino a recorrer, la solución a escoger o la clave perfecta para cada uno de nuestros dilemas.
El diálogo interior es fundamental para encontrar cierto equilibrio en nuestra existencia, especialmente para aquellas personas que dependen de un rendimiento extremo, no solo mental sino también físico. La mayoría de resultados positivos en el deporte, provienen de una buena comunicación con uno mismo. Estudios recientes, como el publicado por la Revista Brasileña de las Ciencias del Deporte, muestran como existe una clara interrelación entre un autodiálogo negativo sobre los niveles de ansiedad y estrés, lo que se materializa un empeoramiento del rendimiento general de los deportitas.
¿Cuántos tipos de autodiálogo existen?
De igual modo que todos los seres humanos somos diferentes entre sí, y no existe una regla única y universal para nuestras emociones, así se llega al autodiálogo con uno mismo: con total diversidad y adaptándolo libremente a nuestra educación, cultura o crecimiento emocional. Sin embargo, sí existen dos bases fundamentales que son los pilares donde aparece el resultado final.
Autodiálogo positivo. Generado normalmente en personas con un buen nivel de autoestima. Este tipo de conversación interior precisamente les refuerza y estimula positivamente.
Autodiálogo negativo. Supone todo lo contrario. Se da en personas que tienden a sentirse culpables por las situaciones negativas que viven, lo que conlleva altos niveles de ansiedad y problemas de aceptación de sí mismas..
¿Cómo se genera el autodiálogo negativo?
La forma en la que nos dirigimos a nosotros mismos va muy ligada a nuestra propia autoestima. Es evidente que, de igual forma que tratamos a los demás dependiendo el grado de cariño o respeto que les tengamos, también lo hacemos con nuestro yo interno.
Las personas positivas y optimistas suelen tener un mayor nivel de autoestima, son las que ven siempre «el vaso medio lleno» y capaces de afrontar los problemas con herramientas emocionales suficientes como para no darse por vencidos.
En el polo opuesto nos encontramos con esas personas que ven la vida desde una atalaya de negatividad. Son personas amargadas, muy críticas consigo mismas y cuyo diálogo interno está lleno de reproches, problemas e insultos. Es decir, su autoestima está por los suelos.
Sin embargo, muchas personas piensan que tener un autodiálogo positivo es síntoma de egocentrismo. Nada más lejos de la realidad. Está demostrado que hablarse a uno mismo con cariño y respeto, aumenta las posibilidades de éxito y rendimiento en todas las tareas a las que nos tengamos que enfrentar. Incluso, algunas personas, se hablan a sí mismos utilizando la tercera persona, de esta forma toman cierta distancia sobre la decisión a tomar, viéndola con una perspectiva mucho más clarificadora.
¿Qué consecuencias tiene un autodiálogo negativo en mi rendimiento?
Ya hemos visto como el autodiálogo positivo es el que nos hace avanzar, superarnos y, en definitiva, sobrevivir. A lo largo de una vida son muchas las decisiones a tomar y los problemas que debemos superar, por eso nuestra actitud ante ellos será determinante para el futuro.
Está demostrado que mantener un diálogo interno negativo genera una infinidad de problemas de salud. Problemas que empiezan gestándose en la mente, apoyados en una mala gestión de las emociones, para acabar, en la mayoría de ocasiones, encontrando su vía de escape en el resto del organismo.
Lo que sí es un hecho constatado es que el autodiálogo negativo consigue:
- Depresión. Hablar de forma negativa a uno mismo, crítica y poco cariñosa empuja a la tristeza y al deseo de quedarse encerrado continuamente en uno mismo.
- Ansiedad. Al no ser ecuánime en la crítica a uno mismo, genera una ansiedad, sintiéndonos incapaces y llegando al bloqueo.
- Culpa. Es el sentimiento más generalizado de las personas cuyo diálogo interno es negativo. En el caso contrario se encuentra la solución real.
- Baja autoestima. Es como la frase hecha de si «fue antes la gallina o el huevo». Es indiferente, lo cierto es que a mayor autodiálogo negativo, más baja será la autoestima.
- Pesimismo. Sea cual sea el reto ante el que nos vayamos a presentar, incluso aunque estemos bien preparados y hayamos luchado y entrenado al máximo, siempre se va a ver «el vaso medio vacío», cuando no vacío del todo.
Todo ello lleva a que acabemos bloqueados, incapaces de sacar adelante las propuestas y tareas que se presentan en la vida, convirtiéndonos en seres totalmente incapaces.
Esto se ve mucho en el deporte. No es lo mismo un atleta que sale a dar todo lo mejor de sí mismo, con todas las fuerzas y la seguridad de conseguir su objetivo; que aquel que ya va con una coraza de negatividad y oscurantismo. Está demostrado que un autodiálogo positivo en el deporte ayuda, incluso, a recuperarse de las lesiones de una manera más eficaz.
¿Cómo mejorar el diálogo interno?
Una vez ya conocemos qué es el diálogo interno, cuáles son sus clases y cómo pueden influir en nuestro rendimiento, es momento de sentarnos a pensar, cómo lo hacemos nosotros mismos y, sobre todo, cómo podemos mejorarlo.
Tanto si eres positivo, pero mucho más si eres negativo, quizá estas pequeñas pistas te puedan ayudar para que la relación contigo mismo sea mucho más fluida, amorosa y benevolente.
- La realidad distorsionada. En muchas ocasiones, debido a esos pensamientos negativos, la realidad se distorsiona haciendo que nos parezca más oscura de lo que en realidad es. Siéntate y mírala con distancia y siendo lo más objetivo posible. Verás como cambia a mejor.
- Los pensamientos irracionales. A menudo nos dejamos llevar por pensamientos que no tienen ninguna razón de ser, sin embargo se interponen y quedan anclados, haciendo que cualquier fantasía ilógica se convierta en pura verdad. Detectarlos es fundamental para echarlos de tu mente.
- Malas consecuencias del diálogo negativo. Imagina que hablas así de mal a alguien ¿crees que sería justo, agradable o empático? Tómate un tiempo para reflexionar y valorar las consecuencias que tienen todos esos pensamientos.
- Mímate cada día. Haz cosas que te guste, cuídate y disfruta de las pequeñas joyas que la vida nos regala cada día, a veces solo hay que cambiar el punto de vista.
En resumen
Un autodiálogo interno negativo puede provocar serios problemas de salud. La depresión, la culpa, la ansiedad, la baja autoestima y el pesimismo pueden afectar negativamente en tu vida cotidiana.
Te recomendamos que busques en tu interior a ese ser sabio que habita en tu interior y escucha todo lo hermoso que decirte. Porque todos somos seres únicos y diferentes y nuestra misión es sacarle todo el rendimiento a la vida. ¡Tu salud mental te lo agradecerá!