Cómo funcionan las adicciones

Cómo funcionan las adicciones en el cerebro: tipos, causas y cómo superarlas

Uno de los problemas más graves de nuestro tiempo es el de la adicción, que se define como una enfermedad física y emocional que crea una dependencia hacia una sustancia, actividad o relación. Esta condición está determinada por un conjunto de factores biológicos, genéticos, psicológicos y sociales.

Es un tema complejo que aún no comprendemos en toda su dimensión. Sin embargo, los avances en las últimas décadas han permitido identificar muchos de los factores que aumentan el riesgo de adicción, así como explorar las variaciones genéticas que influyen en su aparición y desarrollo.

Hoy sabemos que las adicciones no tienen nada que ver con la falta de moral o de voluntad, como se pensaba hace casi un siglo. El centro de todo es el cerebro, y entender qué sucede en él, es esencial para aplicar métodos y estrategias eficaces de prevención y tratamiento.

El objetivo principal es reducir el impacto que las adicciones generan en las personas que las sufren, en su propio entorno y en la sociedad. En base al conocimiento científico, la red de apoyo profesional y las herramientas adecuadas, es posible superar las adicciones y recuperar el control.

Cómo surgen las adicciones: el papel de la dopamina

Dopamina

Las adicciones aparecen porque ciertas sustancias o comportamientos modifican el funcionamiento de los sistemas de neurotransmisión y circuitos cerebrales, provocando cambios cognitivos, emocionales, motivacionales y conductuales. Activan el circuito de recompensa del cerebro utilizando los mismos mecanismos fisiológicos que antes solo lograban la comida y el sexo.

Estamos aquí porque nuestros antepasados comían y se reproducían. Estas actividades producían placer y liberaban dopamina, un neurotransmisor fundamental en las adicciones. La dopamina es la molécula de la motivación, el combustible de nuestros deseos y anhelos. Sin ella, difícilmente nos esforzaríamos por alcanzar metas.

La dopamina está estrechamente vinculada con el sistema de recompensa. A medida que realizamos actividades, el cerebro asocia lo que hacemos con lo que nos gusta y se generan los hábitos. Como resultado, las carreteras neuronales o dopaminérgicas, que son los hábitos que vamos inculcando en nuestro día a día y que pueden ser beneficiosos o perjudiciales, tienen un gran poder en nuestra mente.  El cerebro siempre busca aquello que libera más dopamina.

Sin embargo, un exceso de dopamina desequilibra el sistema de recompensa y provoca que seamos menos tolerantes ante situaciones que nos generan dolor, sufrimiento o aburrimiento, lo que nos lleva a buscar vías de escape. Es decir, el cerebro está diseñado para repetir lo que le genera placer, y las adicciones terminan provocando alteraciones importantes en los neurotransmisores, las redes neuronales, en la conducta y en los vínculos.

Así, una persona adicta pierde la capacidad de gestionar su vida. La corteza prefrontal, responsable de la toma de decisiones y el control emocional, se bloquea y ya no se tiene control y no se puede planificar ni ver las consecuencias de los actos a largo plazo. En este punto, la persona no busca placer, sino evitar el dolor. La adicción comienza por la búsqueda de placer y, con el tiempo, deriva en la necesidad de escapar de la incomodidad.

La dopamina, a diferencia de otros neurotransmisores como la serotonina, la oxitocina o las endorfinas, más que placer presente produce deseo. Un deseo persistente que muchas veces conduce a una satisfacción breve y fugaz.

Para nuestros ancestros ese deseo se limitaba a lo relacionado con la estricta supervivencia. Ahora, el sistema de recompensa del cerebro ha sido hackeado por estímulos que no requieren esfuerzo: drogas, tecnología, juegos de azar, compras compulsivas, comida, sexo, trabajo e incluso estados emocionales como la tristeza o la euforia.

El peligro de la dopamina: cuando el placer se convierte en adicción

El cerebro recuerda lo que le calma, lo que le excita y lo que le da placer, y tendemos a repetir esas experiencias, formando hábitos. La dopamina es la sustancia del placer futuro, necesaria para la supervivencia, pero puede convertirse en nuestro mayor enemigo porque también es la de las adicciones. El problema es que la dopamina siempre quiere más.

Afortunadamente, el organismo pone en marcha un sistema de regulación orientado a protegernos frente a exceso de dopamina. Esconde sus receptores, reduce su liberación y activa sustancias relacionadas con el dolor. Sin embargo, hoy en día somos cada vez más frágiles ante el dolor porque siempre tenemos una vía de escape dopaminérgica. Una sociedad adicta al placer, se vuelve intolerante al dolor.

¿Significa esto que la dopamina en mala? No. La dopamina es buena y es esencial cuando se libera en momentos placenteros o expectativas positivas. Lo negativo es cuando toda nuestra vida gira en torno a estímulos dopaminérgicos. El cerebro recuerda lo que le proporciona bienestar y sugiere la repetición, generando un hábito y, posteriormente, una adicción.

Cómo enfrentar las adicciones

Enfrentar adicciones

Pero hay esperanza. Como sucede en otros muchos ámbitos de la vida, lo primero es tomar conciencia de que existe un problema. A veces, somos conscientes por nosotros mismos, y otras veces necesitamos escuchar a nuestro entorno y buscar ayuda profesional cuando la situación nos supera.

El tratamiento de una adicción requiere un enfoque integral y personalizado. La psicoterapia, especialmente la terapia cognitivo-conductual, puede ser de gran ayuda para modificar patrones de pensamiento y comportamiento. También pueden ser útiles otras terapias como la EMDR (terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares) y, en algunos casos, el tratamiento farmacológico para tratar síntomas físicos o problemas subyacentes como la depresión o la ansiedad.

El apoyo social es fundamental. Es importante rodearse de personas que nos hagan sentir apoyados, escuchados y valorados. Estas personas que nos proporcionan la fuerza y la motivación para afrontar los desafíos de la vida, las que nos hacen sentir apoyados, escuchados y valorados, y las que comparten los éxitos y alegrías como si fueran propios. A esas personas siempre conviene tenerlas muy cerca.

Además, prácticas como la meditación o el mindfulness ayudan a gestionar el estrés y la ansiedad y tratar de estimular la dopamina de forma positiva. Actividades como desconectar del mundo digital, aprender algo nuevo, hacer deporte o iniciar un proyecto también pueden estimular la dopamina de forma positiva.

Otro recurso útil es el «ayuno de dopamina», un concepto que surgió en Silicon Valley. Consiste en limitar, de manera temporal, el acceso a actividades que liberan dopamina de forma excesiva, pudiendo llegar a convertirse en un problema de adicción. El objetivo no es reducir los niveles de dopamina, sino evitar ser arrastrados a comportamientos impulsivos y poco productivos.

Si somos conscientes de que nos excedemos con el dulce, las redes sociales, los videojuegos, el alcohol o las compras, es importante poner límites para recuperar el control y romper esa dependencia. Renunciar temporalmente a esas cosas que disfrutamos nos ayudará a apreciarlas más.

Al final, se trata de buscar el equilibrio entre los neurotransmisores que generan deseo por el futuro, como la dopamina, y los que proporcionan satisfacción en el presente, como la serotonina o las endorfinas.

Es importante entender por qué se producen las adicciones, qué factores las impulsan y cómo funcionan. Detectar y comprender el problema nos dota de herramientas para manejar situaciones complejas y, sobre todo, para buscar ayuda cuando la necesitamos.

Las adicciones pueden tener orígenes y manifestaciones muy diversas, pero no son consecuencia de una falta de moral o de voluntad. Las adicciones son una enfermedad tratable y, con el apoyo adecuado, es posible recuperar el control. La clave está en comprender el cerebro, aplicar estrategias efectivas y rodearse de personas que aporten valor y apoyo.

Hoy en día contamos con una sólida base científica y con herramientas eficaces para superar las adicciones y recuperar el control de nuestras vidas. No estamos solos. Siempre hay esperanza. Buscar ayuda profesional y apoyarse en los seres queridos puede marcar la diferencia en el camino hacia la superación de las adicciones.

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