El yoga es mucho más que posturas o respiraciones. El yoga es uno de los grandes sistemas filosóficos de la India y un estilo de vida que incluye, además de práctica física o meditación, un extenso código ético hacia los demás y hacia uno mismo. Y, por supuesto, la paz, la calma y la apertura mental y de corazón que aporta esta milenaria disciplina poco a poco se va extendiendo a nuestra vida diaria, ayudándonos a vivir de una forma mucho más serena, consciente y feliz.
Practicando yoga no solo fortaleces y mejoras la postura y flexibilidad de tu cuerpo, sino que expandes todo tu ser: cuerpo físico, energético, mente, corazón y espíritu. La práctica del yoga nos hace despertar, vivir desde la consciencia, conectarnos con nosotros mismo y con la vida. Desde el primer día que pisas una esterilla de yoga comienzas un maravilloso camino de vuelta hacia ti mismo.
Más allá del asana
El sabio hindú Patanjali habla del yoga como un camino de ocho pasos conectados entre sí:
- Yama. Principios éticos hacia los demás, como Ahimsa (no violencia).
- Niyama. Observancias personales, como Tapas (autodisciplina).
- Asana. Práctica de posturas.
- Pranayama. Control de la respiración.
- Pratyahara. Recogimiento de los sentidos hacia dentro, escuchar en nuestro interior y reconectar con lo que nos pasa.
- Dharana. Mantener la concentración.
- Dhyana. Meditación ininterrumpida.
- Samadhi. Conciencia total o iluminación.
El objetivo del yoga es llegar al estado de samadhi o iluminación. Pero sin tener una pretensión tan elevada, la práctica de yoga en sí misma, sea cual sea el estilo, resulta absolutamente transformadora en todos los sentidos y el reflejo empieza a verse muy rápido fuera de la esterilla.
Normalmente se empieza por el trabajo físico (asana) y el pranayama, que purifican y fortalecen el cuerpo y calman el sistema nervioso. Con un cuerpo fuerte y limpio, de forma natural estaremos preparados para adoptar los códigos éticos hacia los demás y hacia nosotros mismos. Y cuando estos primeros cuatro pasos externos están establecidos, los últimos se van desarrollando de forma espontánea.
Cómo nos va transformando el yoga
Los motivos por lo que la gente se acerca a la práctica del yoga suelen problemas de espalda, estrés o ansiedad, o para fortalecer el cuerpo y conseguir más flexibilidad. Sea cual sea el motivo, esa primera vez que pisamos una esterilla, algo despierta en nosotros. Como dice el conocido maestro B. K. S. Iyengar: «El yoga es una luz, que una vez encendida, nunca se apagará. Cuanto mejor sea la práctica, más brillante la llama».
El efecto del yoga se va reflejando paralelamente en nuestra vida a medida que avanzamos en la práctica: nuestro cuerpo se va fortaleciendo y ganado flexibilidad, el metabolismo se activa, mejoramos nuestra capacidad respiratoria, el sistema nervioso se equilibra, aprendemos a escuchar nuestro cuerpo, a sentir y gestionar mejor nuestras emociones y, algo maravilloso, entramos en contacto con nuestro verdadero yo, con nuestra esencia.
Pero no te preocupes si has empezado a practicar yoga y no notas nada especial, si incluso te cuesta mucho hacer las posturas o relajarte al final de la clase. Es absolutamente normal. En yoga lo importante no es hacer, sino estar, sentir. Cada practicante tiene su propio ritmo, no hay que forzar nada. Cada día de práctica te acerca un poquito más hacia ese estado de serenidad y calma interior. Poco a poco, sin buscarlo, empezamos a sentirnos más conectados con nuestro cuerpo, o nos sorprendemos reaccionando de manera más calmada ante una situación que antes nos estresaba, o nos sentimos más presentes.
5 formas sencillas de llevar el yoga a tu día a día
Aunque de forma natural el yoga se irá abriendo paso en tu vida, hay muchas cosas del yoga que puedes aplicar conscientemente en tu día a día:
- Respiraciones conscientes. Cada día al levantarte, puedes hacer el pranayama Nadi Shodana para enfocar tu mente, o por la noche para calmar el sistema nervioso. Cómo se hace. Siéntate con la espalda recta y exhala por la boca un par de veces. Empieza a respirar solamente por la nariz. Apoya entre las cejas los dos «dedos de la victoria» de la mano derecha. Tapa con el dedo pulgar el orificio derecho e inhala por la izquierda. Sostén el aire, tapa el orificio izquierdo con el dedo anular, abre el derecho y exhala. Inhala por la derecha, cambia los dedos y exhala izquierda. Continúa unos minutos con toda tu atención puesta en la respiración. Tu mente se calmará y estarás completamente presente.
- Enfócate en el momento presente. Si algo maravilloso nos enseña el yoga es a abrirnos al momento presente, donde la mente se calma, el dolor desaparece y todo son posibilidades. Olvídate del pasado y deja de proyectarte hacia el futuro, practica el estar presente. Puedes hacerlo a través del pranayama anterior o simplemente parando, cerrando los ojos y sintiendo tu respiración.
- Haz estiramientos y posturas en tu día a día. Hazte con una esterilla y empieza tu shadana (autopráctica) en casa. Puedes empezar el día con unos Saludos al Sol (secuencia dinámica de 12 posturas), y terminarlo con estiramientos y posturas que hayas aprendido en clase. También puedes practicar a través de plataformas de yoga online o cuentas de redes sociales. En el trabajo para de vez en cuando y haz estiramientos en la propia silla: de cuello, de espalda, giros a un lado y a otro. Introducir pequeños momentos de práctica en tu día a día te hará sentir mucho más ágil, fuerte y flexible, y te ahorrará muchos dolores de espalda.
- Practica la gratitud. Es un aspecto fundamental en la práctica de yoga y una técnica que se utiliza incluso en psicología. Parar unos minutos al principio o al final de día para agradecer todo lo que tienes y todo lo que eres. Te llenará de paz, te hará sentir positividad y alegría, y te alejará del discurso victimista y negativo en el que muchas veces caemos sin darnos cuenta. Si te paras ahora mismo y lo piensas, seguro que tienes un montón de cosas que agradecerle a la vida.
- Medita cada día. Los beneficios de la meditación para la mente y cuerpo están sobradamente demostrados por la ciencia. De hecho, el yoga es una disciplina reconocida por la OMS por sus beneficios para la población mundial. Y una de las herramientas más poderosas que nos aporta el yoga es la meditación, que puede convertirse en tu herramienta diaria para gestionar el estrés. ¿Cómo empezar a meditar? Simplemente sentándote en silencio y con los ojos cerrados. Conecta con tu respiración y abre tu atención al momento presente. No se trata de dejar la mente en blanco, simplemente de calmarte y distanciarte de tus pensamientos. Cinco minutos al día pueden ser suficientes para empezar a notar grandes cambios.
¿Cuál es la mejor forma de trasladar los beneficios y las enseñanzas del yoga a tu día a día? Sin duda, es pisando cada día tu esterilla de yoga, en un centro o con tu propia sadhana. Ya sea para practicar, para estirar, para meditar, o simplemente para tumbarte en ella y permitirte, simplemente, estar.