Este es un post invitado de nuestro amigo Antonio Herrero, autor del blog ricosylibres.com.
¡Os dejamos con Antonio!
El otro día leía a Grant Cardone, decía así: «Sabes, no hace falta llegar a la vejez para morir. Yo me estaba muriendo a los 20 años como resultado de no tener dirección ni propósito».
Vale, este es un tema delicado y pido disculpas antes de empezar, pero yo a mis 20 años también sentía que me estaba muriendo y que la vida no tenía sentido. Como digo a menudo, sentía que la vida se me escapaba entre los dedos. Y no sólo eso, a los 20 años, joder, a los 20 años, me creía viejo. En serio. Creía que me quedaba poco de vida. Creía que ya estaba, que eso era todo, que la cuesta abajo empezaba.
Pero ¿sabes? Un día empecé a leer cosas, cosas raras que pocos leían. Y empecé a conocer personas, personas raras que pocos conocían. Y como consecuencia, al poco tiempo empecé a practicar cosas, cosas raras que pocos practicaban.
Y eso, aunque te parezca un cuento chino, cambió todo para mí.
En fin, si quieres aprender algo bueno, algo raro, algo bestia, sigue leyendo.
El Camino Interior: cómo meditar correctamente
Casi todos los artículos de meditación que conozco, van dirigidos a los principiantes o a aquellos que nunca han meditado, y de hecho tienen gran valor.
Sin embargo, en estas líneas trataré de escribir no tanto para las personas que necesitan ser convencidas de que la meditación es buena, como para aquellas que ya lo saben y quieren ir un paso más allá en su comprensión y práctica.
Por eso a continuación voy a contarte lo que he aprendido sobre meditar, aprendizaje que, por ponerte ya en situación, he adquirido en cursos intensivos de Vipassana según la tradición de Goenka. Diez días en completo silencio, donde la idea es meditar unas diez horas diarias.
Ha de quedar claro que mi intención aquí no es enseñarte a meditar pues yo soy un absoluto novato en el campo, pero sí quiero darte la mínima información necesaria para que sientas la llamada por hacer tú un curso y así después puedas ponerte a practicar en serio en tu casa.
Recuerda que la información precede a la acción. Es decir, si tras leer esto comprendes mejor la teoría, tendrás muchas más posibilidades de querer adentrarte en la práctica.
Bien, en este artículo tocaremos someramente estos puntos:
1) Qué es la meditación.
2) Beneficios de la meditación.
3) Cómo meditar.
1. Qué es la meditación
- Meditar es aprender a observar, gradualmente, el presente. Es decir, meditar es aprender a extraer información del momento presente con mayor grado cada vez de precisión. En el presente están sucediendo un montón de cosas. Infinitas. Y si la gran pregunta es: «¿cuántas de ellas eres capaz de percibir?», la otra gran pregunta es: «¿cómo lograr percibir más?».
- Meditar es observarte a ti mismo. ¿Te parece esto muy abstracto? Si observas tus ojos atentamente al espejo, descubrirás la pupila y el iris y encontrarás matices y colores que nunca habías visto antes. Mediante la observación del presente de manera concentrada se obtiene información y se produce aprendizaje, y la meditación consiste en observarse a uno mismo, digamos, «por dentro».
Cuanto más te observes, más aprenderás de ti. Ya lo decían los antiguos: Nosce Te Ipsum. Conócete a ti mismo.
Y es que la meditación es, casi con seguridad, la forma más sutil, precisa y avanzada de conocerse a uno mismo. Esto es cierto hasta un punto que nos es difícil de comprender.
- Meditar es aprender a concentrar y a sensibilizar la mente.
Te doy unos ejemplos de concentración:
El agua puede estar dispersa o concentrada. Sobre un lago, está dispersa. En una manguera a presión, está concentrada.
La luz puede estar dispersa o concentrada. Con una linterna de enfoque ajustable lo vemos claramente: podemos dispersar la luz o podemos concentrarla. Cuanto más concentrada, más lejos llega.
Pues lo mismo ocurre con nuestra mente: puede estar dispersa (en mil pensamientos aleatorios, en piloto automático) o concentrada (percibiendo con precisión lo que está ocurriendo en el momento presente).
Unos ejemplos de sensibilización:
Un amperímetro puede ser más o menos sensible. Cuanto más sensible, más cantidad de información es capaz de captar. Cuanto menos sensible, pues menos. La corriente eléctrica será la misma, pero la diferencia está en la capacidad (la sensibilidad) del amperímetro para captar la información.
Un carrete de fotografía puede ser más o menos sensible. Cuanto más sensible es (cuanto mayor es su ISO), más cantidad de luz puede captar, cuanto menos sensible es (cuanto menor es su ISO), menos luz es cantidad de captar. La luz es la misma, pero lo que cambia es la capacidad del carrete (es decir, su sensibilidad) de captarla.
Bien, pues lo mismo con la mente. Nuestra mente puede ser más o menos sensible. La información a nuestro alrededor o dentro de nosotros es la misma, pero la diferencia está en la capacidad de nuestra mente (es decir, la sensibilidad) de captar la información.
- Meditar es dejar durmiendo el cuerpo mientras la consciencia despierta.
Debemos llegar al punto en el que todos y cada uno, repito: todos y cada uno de los diferentes procesos del cuerpo, están absolutamente relajados.
Los pensamientos involuntarios están relajados.
Los músculos están relajados.
Los órganos del cuerpo están relajados.
Los sentidos están relajados (sé que esto suena raro, no obstante con la práctica se acaba comprendiendo).
Una vez llegamos a ese punto de relajación, y rescatando los dos puntos anteriores, nuestra tarea consiste en aprender a observar con cada vez mayor grado de precisión (de concentración, de sensibilidad), qué está ocurriendo en nuestro cuerpo.
Nuestra más importante tarea en la meditación es observar las sensaciones que hay en nuestro cuerpo. (Ya sean agradables, desagradables o neutras).
Recuerda esto como si te fuera la vida en ello: debemos pasar de pensar, a sentir.
Ejemplo: ¿Puedes sentir la mano derecha? Para ello, como sabes, tienes que llevar ahí tu atención. Cuanto mayor sea tu concentración y tu sensibilidad, más podrás sentir.
Bien, pues durante la meditación tu mayor interés ha de ser el de aprender a sentir las diferentes partes del cuerpo. Todas ellas.
Repito... Todas. Ellas.
«¿Puedes observar toda la superficie de tu cuerpo? ¿Puedes observar toda tu persona de la cabeza a los pies, por dentro, por fuera, por encima, por debajo, por delante y por detrás? ¿Puedes observar el espacio que ocupa tu cuerpo? ¿Puedes observar el funcionamiento de tus órganos internos? ¿Cómo funcionan los pulmones, el estómago, el páncreas, el hígado y otros tractos digestivos? ¿Puede observar los miles de kilómetros de corrientes, canales y ríos de sangre que corren por tu cuerpo?».
Swami Veda Bharati, del libro que te recomiendo leer: Silencio, La mente iluminada.
2. Beneficios de la meditación
Similar a lo que he dicho más arriba, los beneficios de la meditación son tantos y tan profundos que nos es difícil llegar a comprenderlo.
Quizás el primero de todos, el más evidente y el más rápido, es que reduces (y con la práctica continuada, eliminas) el estrés.
El estrés es el causante de la mayoría de las enfermedades actuales (esto no lo digo yo, claro, que soy un indocumentado en esto de la salud. Lo dicen muchos médicos), y la meditación es la cura.
Pero esto es sólo la punta del iceberg, paso ahora a describirte algunos beneficios que yo mismo estoy experimentando.
- Tu inteligencia aumenta. ¿Qué inteligencia exactamente? Juraría que todas ellas. La espacial, la emocional, la lógico-matemática, la lingüística, corporal, etc.
Acostumbro a decir que los seres humanos somos actualizables.
Sí, al igual que la tecnología de los móviles y de los ordenadores se actualiza y mejora cada año que pasa (en calidad, rapidez, precisión, capacidad, etc.) la mente del ser humano también puede actualizarse mediante la meditación.
Al meditar somos más precisos en todas y cada una de nuestras interacciones con el mundo. Tenemos más velocidad de procesador. Tenemos más capacidad de recibir y transmitir datos.
- Meditar elimina el ruido. Gradualmente quita de nuestra vida todo lo prescindible y, gradualmente, nos hace centrarnos en lo útil y necesario.
La razón principal de que la mayoría de los seres humanos estemos tan perdidos en esta época de la historia, es porque tenemos un continuo exceso de información y estímulos y, ante nuestra incapacidad de discernir qué es valioso de qué no lo es, nos paralizamos.
Meditar te hace discernir con mayor claridad cada vez. Meditar te hace encontrar la aguja en el pajar. Te hace cribar la tierra buena y fértil de las piedras y los cascotes.
Como ya vimos en la entrada que publiqué hace unos meses (El camino para aumentar tu bienestar, gobernar tu vida y multiplicar tus finanzas) uno de los secretos de tomar mejores decisiones es tomando menos decisiones.
Gracias a la meditación eliminas gradualmente todas las decisiones y todos los pensamientos inútiles y, como consecuencia, las útiles van quedando en la superficie.
- Gracias al punto anterior, meditar te hace ir más rápido desde el punto «a» hasta el punto «b».
Espera, que lo explico: la vida es una sucesión continua entre los puntos «a» y «b», desde que nacemos hasta que morimos.
El punto «a» es donde estás, y el punto «b» es donde quieres llegar.
Por ejemplo, si a las 7 de la mañana suena tu despertador y tu siguiente objetivo es ducharte con agua fría, significa que el punto «a» es estar en la cama, y el punto «b» es estar duchándote.
Si según suena la alarma sales de la cama, te incorporas, caminas, llegas al baño, abres el grifo y te duchas, significa que has trazado la línea más recta posible entre los puntos «a» y «b». Has conseguido una gran eficiencia energética.
Pero si al sonar la alarma la apagas unos minutos de forma prácticamente inconsciente, y al sonar de nuevo agarras el móvil y empiezas a ver chorradas en las redes sociales, y después vas serpenteando por la casa y te quedas mirando en el espejo un buen rato, y después por fin llegas a la ducha, la abres, y empiezas a ver cómo cae el chorro, y después consigues el valor suficiente y te metes, significa que tu línea entre los puntos es como un gran zurullo lleno de remolinos y que la eficiencia energética es escasa.
Más ejemplos.
Si tienes el pensamiento de escribir un libro, y te pasas días, o años, o toda una vida pensando en escribirlo, significa que tu camino entre los puntos es o muy penoso, laberíntico y difuso, o incluso inexistente.
Pero si en cambio tienes el pensamiento de escribir un libro, y cada día que llegas a casa usas sabiamente todo tu tiempo disponible, esforzándote cuando tienes que esforzarte, y descansando cuando tienes que descansar, es sólo cuestión de tiempo que el libro esté escrito.
En el punto «a», tu libro no está escrito. En el punto «b», tu libro está escrito. Ante ti se abren dos caminos, el camino de la eficiencia energética, el camino recto, o por el contrario el camino difuso, el camino ineficiente, el camino lleno de ruido, incluso el camino inexistente.
¿Cuál eliges?
La meditación te hace elegir el primero.
3. Cómo meditar
Lo primero que tienes que saber sobre la meditación es que, aún siendo muy fácil de explicar y comprender, es tremendamente difícil de practicar.
Te digo esto no con el ánimo de desanimarte, sino con el de alentarte a esforzarte y a esperar con paciencia los innumerables frutos que irás obteniendo en cada paso del camino.
Si crees que es fácil (y cuando te pongas a practicar te des cuenta de que no lo es en absoluto), te frustrarás y abandonarás.
Pero, en cambio, si eres una mujer madura o un hombre maduro, y sabes que es difícil pero sabes también que su dificultad esconde un valioso tesoro, lo harás.
Ahora veamos el cómo.
1. Siéntate de forma que tu trasero esté más alto que tus piernas. Un cojín de meditación (llamado «zafu») te ayudará a ello.
2. Trata de que tu espalda esté recta, pero no te agobies por ello. Si no tienes práctica, lo normal es que tu espalda tienda a encorvarse. Si en cambio quieres mejorar tu postura, practica yoga y calistenia todo lo que puedas.
3. Cierra los ojos y lleva tu atención, con el mayor grado de precisión que puedas, a tu respiración. A tu inhalación y a tu exhalación. Trata de obtener información del momento presente.
Pregúntate siempre: ¿Qué está sucediendo, ahora mismo, en este instante, en «esta» zona de mi cuerpo?
Tu objetivo de la meditación es entrenar tu mente para ser capaz de observar aquello que quieres observar, sin que tus despistes interrumpan tu propósito.
Me explico. Si quieres observar la respiración, cómo entra el aire y cómo sale, cuál es la temperatura del aire, si entra más aire por el orificio derecho que por el izquierdo, si el aire de la habitación está rozando la punta de tu nariz o tu labio superior, si tienes alguna tensión en alguna parte de la cara... te darás cuenta de que no puedes hacerlo durante mucho tiempo, porque, sin querer, te pones a pensar en otra cosa, en los niños, en la comida, en las facturas, en que te pica esto o te duele aquello, y lo harás de forma involuntaria, de forma inconsciente.
Por eso, tu objetivo y tu misión es tratar de alargar el tiempo que pasas observando aquello que quieres observar, y extraer más cantidad de información de esa zona que estás observando.
4. Al mismo tiempo, trata de relajar conscientemente todas y cada una de las partes del cuerpo.
Para ello, lleva tu atención a tu entrecejo y relaja todos los músculos que seas capaz. Después lleva tu atención a tus pómulos y relaja todos los músculos que seas capaz. Continúa con el resto de la cara, con el cuello, con los hombros, con los brazos, con las manos, con los dedos de las manos, con las yemas de los dedos de las manos, con el plexo solar, con el vientre, con los órganos internos, con el trasero, con las piernas... etc.
5. Trata de llevar tu atención a las diferentes partes del cuerpo, tratando de sentirlas. No pensar en ellas, no, estoy hablando de sentirlas. Si observas y observas, acabarás sintiendo algo.
Tienes que llegar a sentir una sensación, cualquiera, como picor, pulsación, sudor, calor, frío, irritación, contacto con el aire, contacto con la ropa, dolor, escalofrío, lo que sea. Cualquier cosa que sientas es una sensación.
6. Ponte como objetivo meditar 20 minutos al día. Sí, es difícil, pero no queremos lo fácil, queremos lo bueno.
Cuando consigas los 20 minutos, ve aumentando tu práctica diaria hasta los 60 minutos. Si quieres, 30 minutos por la mañana nada más despertar, y (los más difíciles de todos) 30 minutos por la tarde.
7. Practica lo que acabas de leer 1000 veces. 2000 veces. 3000 veces.
No es broma. Empieza el camino sabiendo que es un camino largo. Cuanto más practiques, más comprenderás cómo meditar. Cuanto más comprendas cómo meditar, más meditarás.
Ocurre con absolutamente todo en esta vida y la meditación no es una excepción: práctica. Práctica. Práctica.
Te aviso: lo normal es ponerse a «meditar» y darse cuenta de que no tienes ni la más remota idea de cómo meditar. Es normal, pero si eres capaz de recordar esta información que acabas de leer, en el momento de «no saber qué hacer» simplemente tratarás de observar con precisión tu inhalación y tu exhalación, después relajarás alguna parte del cuerpo que esté tensa, y después tratarás de sentir alguna parte de tu estructura física.
Sólo eso. Todo eso.
Recuerda:
«Al inspirar, sé que estoy inspirando.
Al exhalar, sé que estoy exhalando.
Al inspirar, soy consciente de todo mi cuerpo.
Al exhalar, soy consciente de todo mi cuerpo.
Al inspirar, calmo todo mi cuerpo.
Al exhalar, calmo todo mi cuerpo».
Sutta Anapanasati. Discurso del Buda sobre la plena conciencia de la respiración.
Esto es todo lo que puedo contarte hoy en unas pocas palabras.
Si quieres saber más sobre meditación, plantéate hacer un curso Vipassana, y si quieres saber más sobre cómo alcanzar tu grandeza y potencial como ser humano, entra en ricosylibres.com pues esto sólo es el comienzo.
Si te gusta lo que ves déjame tu email, si lo haces creo que ocurrirán cosas… cosas buenas.
Gracias Paleobull por animarnos con vuestro ejemplo a dar un paso correcto, en el camino correcto, en la dirección correcta.
Te deseo mucha concentración. Te deseo mucho crecimiento. Te deseo mucha ilusión.
Antonio Herrero Estévez
«Aunque los esfuerzos de atención fueran durante años aparentemente estériles, un día, una luz exactamente proporcional a esos esfuerzos inundará el alma. Cada esfuerzo añade un poco más de oro a un tesoro que nada en el mundo puede sustraer». Simone Weil.