El creciente interés por la salud mental, el desarrollo personal y la espiritualidad ha puesto el foco en el subconsciente. Hoy lo entendemos no solo como el origen de muchos de nuestros comportamientos automáticos y sufrimientos, sino también como la clave para desbloquear nuestro potencial y mejorar nuestra vida.
El subconsciente se ha convertido en un tema central en podcast, libros, cursos de desarrollo personal y hasta en redes sociales. Pero más allá de las modas, la psicología moderna y la neurociencia coinciden en que la mayor parte de nuestras decisiones se toman de forma inconsciente, incluso antes de que seamos racionalmente conscientes de ellas.
Por eso, la idea de «reprogramar» nuestro subconsciente no es solo atractiva, es posible. ¿Cómo? A través de la terapia psicológica, el coaching, la hipnosis, técnicas como las afirmaciones positivas, la visualización y algunas las terapias alternativas como el breathwork (técnicas de respiración consciente utilizadas para liberar tensiones físicas y emocionales).
¿Qué entendemos por subconsciente?
Para entender qué es el subconsciente se suele emplear la metáfora del iceberg. Según esta comparación, la parte que está sobre el agua, visible, es la parte consciente: lo que pensamos, decidimos, sentimos y hacemos de forma voluntaria. Pero por debajo del agua hay una parte mucho más grande: el subconsciente, que es donde se almacenan recuerdos, emociones, deseos y pensamientos que no estamos pensando conscientemente pero que influyen sobre nosotros.
Por ejemplo, cuando nos ponemos nerviosos o sentimos un miedo al que no le encontramos explicación ante determinadas situaciones, o cuando repetimos patrones en nuestras relaciones sentimentales o de amistad que no nos benefician. La respuesta puede estar en nuestro subconsciente.
De Freud a la neurociencia moderna

Sigmund Freud
No podemos hablar del subconsciente sin hablar de Sigmund Freud, padre del psicoanálisis y uno de los grandes pensadores del siglo XX. Freud hablaba del inconsciente como la parte profunda de la mente que guarda impulsos, recuerdos reprimidos y deseos de los que no somos conscientes, pero que pueden afectar a nuestro comportamiento. Por su parte, definía el consciente como lo que sabes y lo que piensas ahora.
Carl Jung
Fundador de la psicología analítica, Jung amplió este concepto y habló de inconsciente colectivo. Divide el concepto de subconsciente en personal, que contiene recuerdos reprimidos u olvidados del individuo, y el colectivo, en el que residen arquetipos, símbolos universales y patrones heredados de experiencias ancestrales. Para Jung era fundamental la individuación, es decir, integrar los aspectos conscientes e inconscientes de nuestra psique para alcanzar la plenitud psicológica y la autorrealización.
Joseph Murphy
Uno de los escritores más conocidos del Movimiento del Nuevo Pensamiento durante el siglo XX. Autor de El poder de tu mente subconsciente, defendía que podemos reprogramar la mente subconsciente a través de la autosugestión, la visualización y las afirmaciones positivas. Fue un precursor de algunas de las ideas que, con el tiempo, se han relacionado con la actual comprensión de la plasticidad cerebral.
Bruce Lipton
En La biología de la creencia, el biólogo celular Bruce Lipton plantea que nuestras percepciones y creencias pueden influir en la biología a través de mecanismos epigenéticos. Según su enfoque, el entorno en el que viven nuestras células —incluido el entorno bioquímico generado por nuestros pensamientos y emociones— puede afectar la expresión genética.
Aunque sus ideas han generado debate en la comunidad científica, sí existe consenso en que el entorno y el estilo de vida influyen en cómo se expresan ciertos genes. Desde la epigenética, se ha demostrado que factores como la alimentación, el estrés o el sueño pueden activar o silenciar genes, sin modificar el ADN en sí. En este sentido, Lipton propone que nuestra mente también forma parte de ese entorno que impacta a nuestras células.
El subconsciente para la neurociencia

La visión revolucionaria en su tiempo de Joseph Murphy ha evolucionado a través de la psicología y la neurociencia modernas hasta proporcionarnos una visión más completa del funcionamiento de la mente y del subconsciente, la herramienta más poderosa que tenemos a nuestra disposición si sabemos cómo utilizarla.
En neurociencia, el término subconsciente no se usa tanto como en la psicología popular. Lo que los científicos estudian son los procesos mentales inconscientes: todas esas funciones que tu cerebro ejecuta sin que seas consciente de ellas.
Estas funciones son las que te hacen reaccionar ante algo sin saber el por qué, o tomar una decisión antes de ser consciente de lo que has hecho. Tus hábitos, tus reacciones automáticas, tus creencias profundas, están guiadas por este «piloto automático» interno que es el subconsciente.
La buena noticia es que gracias a la neuroplasticidad, sabemos que el cerebro puede formar nuevas conexiones y modificar las existentes. Así es como podemos «reprogramar» nuestro subconsciente.
¿Cómo hacerlo?
- Afirmaciones positivas y visualización: en estado de relajación, refuerzan circuitos neuronales.
- Repetición emocional: cuando asocias emociones positivas a nuevas conductas, el cerebro las integra más fácilmente.
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Mindfulness y meditación: ayudan a romper patrones automáticos y cultivar nuevas respuestas conscientes.
Cada vez que piensas, actúas o sientes de forma diferente, estás «entrenando» tu cerebro. Y como ha demostrado la neurociencia, los pensamientos repetidos cambian físicamente la estructura cerebral.
La metáfora del elefante y el jinete

Esta metáfora, popularizada por Jonathan Haidt, ayuda a entender de una forma fácil cómo funciona la relación entre el subconsciente y la mente consciente, y te muestra de una forma práctica cómo puedes tomar el control de tu vida.
El elefante representa la mente subconsciente: enorme, emocional, lleno de hábitos, creencias y miedos. No razona, solo actúa por instinto, emoción y aprendizaje repetido. El elefante no es malo, solo hace lo que ha aprendido a hacer para protegerte o ayudarte a sobrevivir. Pero, como imaginarás, no siempre sabe lo que realmente te conviene.
El jinete es la mente consciente, tu parte racional, la parte que planea, decide y analiza. Es la voz que dice cosas como: «mañana me pongo a dieta», «no puedo enfadarme tanto por todo», «necesito ahorrar este mes».
El problema es que, aunque el jinete intente controlar al elefante, es el elefante quien manda. Por eso tantos propósitos fracasan: la lógica quiere, pero la emoción arrastra.
¿Cómo dirigir al elefante?
La clave no es luchar contra él, es entrenarlo. Aquí tienes las claves, respaldadas por la neurociencia:
- Asocia emociones positivas al cambio. El elefante responde a la emoción, no a la lógica. Si logras que cambiar un hábito te haga sentir bien, el subconsciente lo aceptará. Usa visualizaciones, recompensas y celebra cada avance.
- Haz que el camino sea más fácil. No intentes cambios drásticos. El elefante prefiere rutas conocidas. Empieza por pasos pequeños y sostenibles que no generen resistencia. ¿Quieres meditar? Empieza con 1 minuto. ¿Quieres comer mejor? Mejora solo una comida al día.
- Repite, repite, repite. El subconsciente se moldea con repetición constante. Lo que haces cada día, incluso en automático, es lo que el elefante aprende como «seguro». Cuanto más practiques un nuevo hábito o pensamiento, más lo interioriza. La repetición crea nuevos caminos neuronales.
- Sé paciente y compasivo. Gritarle al elefante no sirve de nada. No luches contra tu subconsciente. Entrénalo con constancia y comprensión.
Tu subconsciente no es tu enemigo. Es un elefante leal que solo necesita aprender nuevos caminos. Y tú, como jinete, tienes el poder de dirigirlo, no con fuerza, sino con inteligencia, repetición y emoción para ir juntos en la misma dirección.
El subconsciente en las decisiones, emociones y hábitos
Aunque creas que decides de forma racional, según los estudios de la neurociencia cognitiva, hasta el 95 % de las decisiones diarias son automáticas e inconscientes. Esto incluye qué comer, cómo reaccionar ante un comentario, o incluso hacia quién sentimos atracción. Y es que tu subconsciente actúa como una especie de filtro silencioso que influye en tus emociones, en tu motivación, en tus reacciones automáticas y en tus hábitos diarios.
¿Por qué comemos dulce cuando estamos ansiosos? ¿Por qué procrastinamos aunque sabemos lo que tenemos que hacer? ¿Por qué repetimos ciertos errores en las relaciones? La respuesta está en circuitos neuronales profundamente arraigados que el subconsciente repite una y otra vez como si fuera el software de fondo de la mente.
¿Cómo usar el subconsciente a nuestro favor? Aquí volvemos de nuevo a la visualización, a las afirmaciones acompañadas de emoción y repetición. Todo ello en un estado de relajación, como antes de dormir o justo al despertar, meditando o respirando de forma consciente, que es cuando la mente subconsciente está más receptiva.
Muchos de los conceptos que has leído sobre el subconsciente, la neuroplasticidad o la reprogramación mental cuentan con respaldo en investigaciones científicas. Por ejemplo, los estudios realizados por el neurólogo Benjamin Libet y otros, que han demostrado que las decisiones se activan en el cerebro antes de que seamos conscientes de ellas.
O las investigaciones llevadas a cabo por el neurocientífico Andrew Huberman en Stanford, que muestran cómo la neuroplasticidad se potencia en estados de atención relajada.
Como has visto, el subconsciente no es tu enemigo. Al contrario, es una herramienta poderosa que, bien orientada, puede ayudarte a liberar emociones, creencias y patrones que ya no te sirven, y a integrar otros más coherentes con la vida que quieres construir. Si queremos cambiar nuestra realidad, el primer paso es empezar por nuestra mente.
Cada vez que eliges actuar de forma distinta, estás entrenando nuevas rutas mentales. No es magia, es neuroplasticidad. Tu cerebro se modifica con lo que haces, piensas y sientes de forma repetida.
Con paciencia y práctica, puedes sustituir patrones que ya no te sirven y reemplazarlos por otros más alineados con tus objetivos.
Entrena tu mente como entrenas tu cuerpo, con constancia, disciplina y determinación.