La educación que hemos recibido, las expectativas de nuestro entorno cercano como la familia, la pareja o los amigos, pueden llevarnos a adoptar un rol de «buena persona» que nos haga vivir con mucha angustia, frustración y ansiedad. Esta conducta se identifica en psicología con el «síndrome de la buena persona», y puede afectar a cualquiera.
Son muchos los estudios que se han realizado acerca de este síndrome, como los de la psicóloga infantil Alice Miller, para quien este comportamiento puede llevar a una profunda desconexión con uno mismo.
El síndrome de la buena persona no se considera un trastorno mental (no está reconocido en el DSM-5 o manual de diagnóstico mental) sino un patrón de comportamiento condicionado por factores sociales y familiares. Las personas que lo padecen suelen sentir una presión constante por complacer a los demás y actuar de acuerdo con las expectativas externas, lo que puede tener un impacto negativo en su salud mental y emocional.
Intentar comportarse siempre como los demás esperan puede llevar a la pérdida de identidad, a tener una baja autoestima, ansiedad u otros problemas emocionales, por lo que en ocasiones es recomendable buscar ayuda profesional.
Señales que indican si padeces este síndrome
Para saber si padeces este síndrome, es importante que te observes en tu comportamiento diario con otras personas, tanto en el ámbito personal como social o laboral en busca de estas señales:
- Perfeccionismo extremo. Obsesión por hacer todo de manera perfecta, miedo a cometer errores. Sentir que debes ser siempre perfecto para ser aceptado.
- Miedo a defraudar. Dejas de hacer cosas que serían buenas para ti o adaptas tu comportamiento a lo que crees que los demás esperan de ti, por temor al rechazo, a la crítica, a que te dejen de querer o a que se decepcionen contigo.
- Exceso de responsabilidad. Siempre te haces cargo de las emociones de los demás, te esfuerzas por hacer felices a los otros, complacerlos, y evitar que se sientan tristes o preocupados.
- Dificultad para decir que no. Tienes problemas para establecer límites y dices que sí, aunque desees lo contrario, solo para evitar conflictos. Cuando expresas o impones tu opinión, te invade un sentimiento de culpa que a menudo hace que te retractes.
- Autoexigencia constante. Te castigas por cualquier error o imperfección, criticándote de forma continua.
- Evitas el conflicto. Sueles sacrificar tus propias necesidades en beneficio de los demás para evitar problemas o roces con los otros.
Si te reconoces en la mayoría de las señales, es muy probable que hayas adoptado un rol de «buena persona» y estés dejando de lado tus propias necesidades y tu bienestar.
Cómo superar el síndrome de la buena persona
Este patrón de comportamiento se puede modificar con o sin ayuda profesional. Lo primero es identificarlo y ser conscientes de cuándo estamos actuando de esta manera complaciente con los demás y exigente con nosotros mismos. Aquí tienes las claves para transformar este comportamiento sin perder esa parte de empatía, cordialidad y actitud tranquila y dialogante tan positiva:
Autoconocimiento.
Resulta fundamental reconocer y comprender tus tendencias de comportamiento complaciente y de autosacrificio como primer paso. Intenta reflexionar sobre tus propias necesidades, deseos y valores.
Intención positiva.
Analiza de qué te han servido estas tendencias de comportamiento. Generalmente, los patrones que se repiten, incluso aunque nos traigan resultados indeseables, tienen una finalidad de protección inconsciente. Identificarlos y comprenderlos te ayudará a librarte de ellos.
Aspectos negativos.
Reflexiona sobre los problemas que te ha causado este síndrome. ¿Qué consecuencias negativas tiene para ti esta forma de actuar? ¿Cómo afecta a tus relaciones, a tu satisfacción personal, a tu capacidad para sentirte una persona valiosa?
Autoaceptación.
Aprender a aceptar y valorar quién eres, incluyendo tus imperfecciones. El síndrome de la buena persona ha sido una estrategia que te ha ayudado a moverte por el mundo, y ahora que la has reconocido, puedes librarte de ella y dejarla atrás. Perdónate también por no haberlo sabido hacer de otra manera.
Cuestionar creencias limitantes.
Desafiar las creencias limitantes sobre tu valía personal puede ayudarte a cambiar los patrones de pensamiento que sostienen este síndrome. Observa también los aprendizajes y experiencias vitales que pudieron contribuir a adoptarlo como la influencia de tu entorno, educación y valores familiares.
Nuevo marco de pensamiento.
Puede ayudarte mucho poner por escrito tu diálogo interno y reescribir lo que vas a decirte en su lugar. Esto te ayudará a identificar las creencias irracionales de las que tal vez no seas consciente. Por ejemplo, puedes sustituir pensamientos del tipo «si le digo esto a mi pareja o mi amiga, la defraudaré y dejará de quererme» por «no es agradable defraudar a nadie, pero a veces es inevitable y eso significa que me estoy cuidando y priorizando, y estoy evitando decepcionarme a mí mismo».
Autoestima y autocuidado.
Es fundamental que trabajes en el desarrollo de una autoestima saludable. Esto incluye aprender a valorarte, reconocer tus propias necesidades y priorizar tu bienestar emocional y físico.
Establecer límites saludables.
Aprende a ser una persona asertiva, a pedir lo que necesitas y a decir no cuando sea necesario. Esto es esencial para protegerte de la manipulación o explotación por parte de los demás (algo a lo que te expone mucho este síndrome). También te ayudará a proteger tu tiempo y energía, fortalecerá tus relaciones y hará que los demás te consideren y valoren mucho más que antes.
Coherencia.
Es crucial aprender a sostener la incomodidad de actuar de forma diferente a como lo hacías antes, además de afrontar el miedo a defraudar y decepcionar a los demás (a menudo infundado). Mantente coherente con tus decisiones, no te retractes después de decir que no o poner un límite.
Comunicación asertiva.
Expresar tus pensamientos, sentimientos y necesidades de manera clara y respetuosa, es fundamental. Practica comunicarte sin agresividad, pero tampoco pasividad.
Autorreflexión.
Dedica tiempo a la meditación y la introspección para poder explorar tus pensamientos y emociones, para reconectar con tu verdadero yo.
Gestionar la ira.
Al comenzar a trabajar en este síndrome, es posible que notes una tendencia a reprimir la ira. Las técnicas de gestión emocional, como la respiración y la meditación, pueden ser útiles para canalizar estas emociones de forma saludable.
Apoyo y orientación.
Si sientes que no puedes hacerlo por tu cuenta, considera buscar la ayuda de profesionales, como un coach o psicólogo, para cambiar estos patrones de comportamiento.
Si has reconocido alguno de estos patrones en ti, felicidades, porque ser consciente es el primer paso para transformar tu comportamiento. Enfocar este proceso como un camino de autoconocimiento y empoderamiento será gratificante y te ayudará a aumentar tu autoestima y bienestar, mejorando también la calidad de las relaciones personales y sociales, haciéndolas más sanas y satisfactorias.