El glutamato monosódico es uno de los aditivos más comunes en la comida industrial o procesada. Aunque, según las autoridades sanitarias, su ingesta no contiene ningún peligro, en los últimos tiempos el debate está sobre la mesa. ¿Es realmente tan inocuo como parece? ¿En qué puede afectar a nuestra salud ¿Cómo lo podemos detectar en los alimentos que compramos en el supermercado? ¿Es realmente un freno para la pérdida de peso?
Si quieres conocer exactamente qué es el glutamato, cuáles son sus características, en qué productos lo puedes encontrar y si supone un riesgo para la salud, sigue leyendo, te damos toda la información.
¿Qué es el glutamato?
El glutamato o glutamato monosódico es un aditivo que se encuentra presente en alimentos procesados o en algunos productos típicos de gastronomías específicas, como la china o japonesa.
Se trata de un potenciador del sabor que refuerza los sabores amargo, ácido, dulce y salado presentes en los alimentos, aunque se dice que el glutamato también tiene su propio sabor, el conocido como umami.
Descubrimiento del glutamato monosódico
Fue descubierto por un químico japonés llamado Kikunae Ikeda. Este profesor quiso averiguar de dónde provenía el excelente sabor de la sopa de algas. Tras un delicado proceso, consiguió aislar todos los componentes hasta encontrar un aminoácido no esencial que se encuentra, de forma natural, en algunos alimentos. A partir de entonces, entró en la rueda de la industria alimentaria y se comercializó con el nombre de Aji-no-moto, potenciador de sabor en el idioma nipón.
¿Qué alimentos contienen glutamato monosódico?
Cualquier alimento que haya pasado por un proceso de industrialización, debe llevar su etiqueta identificativa, detallando todos y cada uno de sus componentes para, así, ofrecer la información necesaria al consumidor. Sin embargo, no siempre es sencillo detectar cuáles son y cómo pueden afectar a nuestra salud.
Los distintos nombres del glutamato monosódico
El glutamato monosódico puede aparecer con distintos nombres como: glutamato monosódico, GMS, sal china, ajinomoto o umami.
Sin embargo, en la etiqueta de los ingredientes la denominación de este aditivo aparece con la nomenclatura E-621 aunque es importante tener en cuenta que los códigos del E-620 a E-625 incorporan algunas variedades más de glutamato. También puede aparecer como proteína hidrolizada y levadura autolizada aunque no es lo más común.
Alimentos que contienen glutamato
Por norma general, se incluye de forma artificial en alimentos ultraprocesados y que han pasado un elaboración industrial. Los más habituales son:
- Sopas de sobre
- Patatas fritas de bolsa
- Pastillas de caldo
- Salsas
- Cremas y purés
- Pizzas precocinadas
- Aperitivos salados
- Embutidos
- Patés
Aunque también podemos verlo en productos que, pese a parecer saludables, no lo son tanto.
Además, tiene presencia de forma natural en otros alimentos como los quesos (parmesano, roquefort, emmental y cheddar), las nueces, los tomates, guisantes, carne de pollo, salmón y leche, entre otros.
Glutamato monosódico: posibles riesgos para la salud
Todos los aditivos que aparecen en las comidas preparadas son examinados minuciosamente, y el glutamato no iba a ser menos. Es así como se han generado distintos debates sobre sus posibles consecuencias para la salud.
Después de numerosos estudios, no se puede constatar de forma rotunda, que el glutamato tenga un efecto directo en la aparición de ciertas enfermedades y patologías. Por lo tanto, por el momento, cuenta con el beneplácito de las autoridades sanitarias.
No obstante y para cuidarnos en salud, es importante tener en cuenta que en Europa, la dosis de glutamato que se consume a diario es de 5 a 12 gramos diarios, considerándose seguro hasta los 16 gramos por kilo corporal.
Síndrome del restaurante chino
El debate sobre los posibles riesgos en la salud fue abierto por el doctor Ho Man Kwok en 1968. A través de un artículo científico, mostró su preocupación por ciertos síntomas que aparecían cada vez que comía en un restaurante chino, donde se utiliza con frecuencia este aditivo.
Estos eran muy similares a los de las intolerancias alimentarias: palpitaciones, debilidad, dolor de cabeza, enrojecimiento, náuseas y sudoración excesiva. Sin embargo, las investigaciones realizadas a posteriori, no arrojaron una consecuencia directa con el uso del glutamato en este tipo de gastronomía.
A pesar de ello, es cierto que, aunque no se haya demostrado, puede tener algunos efectos negativos a largo plazo y en un grupo de población especialmente sensible a ciertos alimentos.
En cualquier caso, la mejor opción para salvaguardar la salud, es llevar una dieta sana y equilibrada en la que primen los alimentos frescos y naturales. Evitando aquellos que contienen un elevado índice de aditivos y sustancias químicas innecesarias para nuestro organismo.
¿Por qué el glutamato impide la pérdida de peso?
El glutamato monosódico no es, en sí mismo, un ingrediente que aporte o reste calorías. El problema es que se trata de un aditivo químico que, al potenciar el sabor, crea un efecto adictivo en los alimentos que lo contienen. Es así como consigue engañar al cerebro para que sienta un especial bienestar y necesite seguir consumiéndolo. No en vano, aumenta el apetito hasta un 40%.
Este elevado porcentaje podría estar relacionado con el descontrol de la hormona leptina, la hormona relacionada con la regulación del peso corporal, que ve alterada su producción debido al consumo de glutamato. No olvidemos que esta hormona es, además, la responsable de controlar la sensación de hambre y saciedad.
Si a ello sumamos que la mayoría de alimentos que contienen glutamato son ricos en azúcares y grasas saturadas, entonces tenemos la respuesta de por qué impide la pérdida de peso.
Buscar alternativas más saludables
La alimentación es el pilar fundamental de nuestra salud. Por eso es necesario elegir los alimentos más adecuados, especialmente aquellos que estén libres de componentes químicos. Si bien no se ha demostrado que estos componentes tienen un efecto inmediato en la salud, sí pueden provocar algunas patologías que irán apareciendo a lo largo del tiempo.
Aprender a leer las etiquetas de los alimentos y a diferenciar los alimentos procesados buenos de los malos, evitar los alimentos preparados y desterrar de las despensas los alimentos ultraprocesados, son algunas de las mejores opciones para evitar los efectos secundarios que puedan tener ciertos aditivos en nuestro organismo.
Apuesta por una dieta rica en productos naturales y frescos y, si eres tú quién cocina, opta por preparaciones sanas. Si además practicas ejercicio de forma habitual, estarás construyendo el salvoconducto ideal para mantener tu salud siempre a salvo.