El síndrome del impostor, una compleja sombra que se cierne sobre la autoestima y la confianza, se manifiesta como una duda persistente acerca del propio valor y potencial. Este fenómeno, caracterizado por la sensación de no merecer el éxito alcanzado y el constante temor a ser descubierto como un «fraude», puede convertirse en una fuente silenciosa de sufrimiento para aquellos que lo experimentan.
Puede impactar en diversos aspectos de la vida, tanto laborales como personales, suele hacerse más evidente en el ámbito laboral, y a casi todo el mundo le ha pasado alguna vez en su vida. ¿Alguna vez has sentido que no mereces completamente el puesto que ocupas o anhelas? ¿Has sentido alguna vez que estabas en ese trabajo por suerte y que en cualquier momento te iban a descubrir? Si es así, es probable que hayas experimentado lo que es el síndrome del impostor y conocido la ansiedad que genera.
Si sospechas que puedes padecerlo y está presente en alguna faceta de tu vida, es crucial identificarlo como primer paso para poder controlarlo y disfrutar sin miedo de tus logros, tus relaciones y tu vida en general. Es interesante señalar que, a veces, las personas más afectadas por este síndrome son las más capacitadas y competentes. “Aún tengo algo de síndrome de la impostora; no se acaba nunca, ni siquiera en este instante en que ustedes me van a escuchar; no me abandona, este sentimiento de que no deberían tomarme en serio. ¿Qué sé yo? Lo comparto con ustedes porque todos dudamos de nuestras capacidades, de nuestro poder y de qué es ese poder”. Esta frase fue pronunciada por la mismísima ¡Michelle Obama! durante la presentación de su libro Mi historia.
Ligado a la falta de autoestima
Como te contábamos antes, está intrínsecamente ligado a la forma en que nos percibimos, evaluamos y valoramos. La autoestima, ese cimiento fundamental para la confianza personal, se ve comprometida cuando esta carencia arraiga profundamente, a menudo desde la infancia. Vivir con el síndrome del impostor se traduce en una paralizante falta de confianza, distorsionando nuestra imagen y llevándonos a percibirnos como incompetentes, incapaces de aceptar y merecer el éxito.
Las psicólogas Pauline Rose Clance y Suzanne Imes acuñaron el término «síndrome del impostor» en 1978 para describir este fenómeno único de extrema de duda personal. Aunque puede ser desafiante, es posible mejorar la autoestima a través de herramientas de autoconocimiento y gestión emocional disponibles en la actualidad.
Causas del síndrome del impostor
Como muchos de los traumas con los que convivimos en la vida adulta, este síndrome parece tener su origen en la infancia. La búsqueda de aprobación parental puede influir profundamente en la autoestima. Si de pequeños hemos recibido críticas duras, indiferencia, frialdad, un estilo de crianza poco alentador y desapegado, será difícil que de adultos tengamos una buena autoestima, porque esto nos llevará a sentirnos personas poco válidas y poco merecedoras. A veces, ser calificados de niños como muy inteligentes o habilidosos puede encerrarnos de adultos en una etiqueta que nos lleve a la autoexigencia y a la duda permanente acerca de nuestras capacidades.
Incluso, recibir críticas negativas alternadas con elogios también crea un desajuste que luego hará que a esa persona le sea difícil atribuirse el mérito de los éxitos e interiorizar sus habilidades. Esto puede hacer, por ejemplo, que no te atrevas a enviar tu currículum a una empresa o aplicar para una promoción.
Curiosamente, cuanto más éxito tiene una persona que padece el síndrome del impostor, más duda de su merecimiento. Y esto provoca dolor y frustración, ya que, en lugar de desaparecer, se alimenta de los logros de la persona y potencia esa idea de estar engañando a los demás. Y es que, para quienes padecen este síndrome, las causas de su éxito son solo externas e inestables y se escapan a su control. En este síndrome hay también mucha autocrítica y miedo al fracaso, lo que puede llevarnos a esforzarnos en exceso, hasta el agotamiento incluso, o a procrastinar y autosabotearnos, a hacer todo lo posible para fracasar.
En nuestra vida personal, este síndrome puede manifestarse como el rechazo y desaprobación constante hacia la propia persona, dificultando la aceptación del amor de los demás. Si alguien nos quiere, no le creeremos, sentiremos que no estamos a la altura y que el otro se dará cuenta de su error y nos abandonará. Así, acabaremos haciendo todo lo posible para sabotear la relación.
Cómo saber si sufres el síndrome del impostor y cómo superarlo
Es muy habitual no darnos cuenta de estar sufriendo este síndrome del impostor, no saber poner nombre a este sentimiento tan cruel. Y, lo peor, quien lo padece suele sentir mucha vergüenza como para contarlo y poder recibir ayuda o consuelo. Por eso es tan liberador identificarlo, saber lo que nos ocurre. Simplemente, reconocerlo y comprenderlos ya nos ayudará a mejorar. Después, es importante reflexionar acerca de nuestras creencias limitantes para poder superarlas. Si el sentimiento es demasiado fuerte o destructivo, sería recomendable buscar ayuda psicológica.
¿Cómo superarlo? Es importante, una vez identificarlo, ir dando pequeños pasos que nos ayuden a fortalecer la autoestima. Por ejemplo, anotar todos nuestros logros y hazañas para poder recordarlos cuando tengamos momentos de pérdida de confianza. También es importante rodearse de personas inspiradoras, positivas, que nos potencien y nos reconozcan los méritos.
Si después de leer este artículo crees que sufres este síndrome, no te calles, cuéntaselo a alguien de confianza, ponte manos a la obra a revisar tus creencias limitantes o el origen de esa falta de autoestima y no dudes en pedir ayuda si crees que lo necesitas.