Nos alegra presentar un artículo especial de Pepe García, también conocido como «El Estoico», destacado autor y divulgador del estoicismo a través de su sitio web elestoico.com desde 2019 y el podcast «El Estoico», con más de 6 millones de escuchas.
Pepe, cuyo libro Siempre en pie ha recibido más de 675 reseñas positivas, con una valoración media de 4,7, comparte con nosotros su profunda pasión y conocimientos sobre el estoicismo, promoviendo una vida más reflexiva y resiliente.
¡Os dejamos con Pepe!
Cierra los ojos y trata de imaginar por un momento una forma de vida que, a pesar de haber nacido hace más de dos mil años, siga siendo tan aplicable y valiosa hoy en día como lo fue en sus orígenes. Esta forma de vida es una filosofía clásica conocida como estoicismo, y es famosa por tener un enfoque práctico y no académico. En este artículo veremos una parte teórica para entender las bases del estoicismo, pero también te presentaré una serie de herramientas que te ayudarán, si las practicas, a vivir de una manera más ecuánime y serena.
¿Qué es el estoicismo?
Desde el antiguo ágora de Atenas hasta el bullicioso ritmo de nuestra vida moderna, el estoicismo lleva más de 2300 años enseñando al ser humano cómo enfrentar los altibajos de la existencia con un espíritu inquebrantable y una mente calmada. Al contrario de lo que mucha gente ha malentendido, la filosofía estoica no trata de reprimir emociones o de vivir con indiferencia, sino de reconocer lo que está en nuestras manos cambiar y aceptar lo que está fuera de nuestro control con serenidad, conscientes de que no podemos hacer nada al respecto.
El estoicismo basa su éxito en que las herramientas que propone no son abstractas ni complicadas, sino sorprendentemente simples y directas, diseñadas para ser puestas en práctica en nuestro día a día. Nos enseña a aprender a valorar lo que tenemos antes de que sea tarde, a cultivar la resiliencia frente a la adversidad y a vivir una existencia marcada por la virtud, pero muy especialmente a comprender la importancia de nuestros propios pensamientos y acciones sobre nuestra paz interior. En definitiva, nos proporciona una brújula moral para navegar por la vida.
¿Quiénes fueron los estoicos?
Una vez hubo un hombre que, tras sufrir un naufragio, perdió todo lo que tenía y encontró refugio en la filosofía. Ese hombre se llamaba Zenón, provenía de una pequeña isla fenicia llamada Citio, y fue el fundador del estoicismo. Zenón creía que vivir en armonía con la naturaleza (entendida como la naturaleza del universo y la nuestra propia) es el camino hacia la felicidad, y en base a esa creencia cimentó los principios fundamentales del estoicismo. Aunque sus primeros seguidores se llamaron zenonianos, se hizo famoso por impartir sus enseñanzas en el pórtico pintado del ágora de Atenas, llamado «Stoa» en griego, de cual devino el nombre definitivo de los practicantes de esta filosofía: estoicos.
Nos trasladamos a la Roma del siglo I después de Cristo, para conocer a uno de los sabios más influyentes de la historia: el estoico Séneca el Joven. Este pensador cordobés, conocido tanto por sus tragedias teatrales como por su sabiduría filosófica, nos dejó un legado de cartas y ensayos que configuran una guía atemporal para vivir una buena vida. Séneca, consejero de emperadores, enfrentó pruebas que pondrían a prueba cualquier filosofía. A través de sus escritos, nos muestra cómo la reflexión y la moralidad pueden guiar nuestras decisiones y cómo la tranquilidad de espíritu se alcanza no evitando la adversidad, sino buscándola y enfrentándola con valor.
El estoico menos conocido, Musonio Rufo, que también vivió en la Roma del siglo I d.C., fue paradójicamente uno de los más importantes. Fue el maestro de Epicteto, que posteriormente influyó en el emperador Marco Aurelio, y se le considera un adelantado a su época. Puso especial énfasis en la igualdad de género, una visión progresista para los tiempos en los que vivía, enseñando que tanto hombres como mujeres son capaces de la virtud y sabiduría. Para Musonio, la filosofía no era una mera teoría, sino una guía práctica para la vida diaria, insistiendo en que el trabajo sobre uno mismo es esencial para la transformación interior.
De esclavo a uno de los filósofos más influyentes de la historia, Epicteto es un verdadero testimonio de cómo la voluntad y la perseverancia pueden superar las circunstancias. Su obra más famosa, el «Manual» o «Enquiridión», es un tratado tan breve como contundente sobre el control de nuestras percepciones. Nos enseña que, mientras no podamos controlar los eventos externos, sí tenemos poder sobre cómo respondemos a ellos. La aportación más importante de Epicteto a la filosofía fue la distinción entre lo que está en nuestra mano y lo que no, un principio que se conoce como Dicotomía del Control y que veremos más adelante.
Por último, llegamos al emperador filósofo: Marco Aurelio. Su gobierno del Imperio Romano se caracterizó por situarse en una época de guerras y enfermedades. Sin embargo, en lugar de dejarse consumir por las presiones y los desafíos de su cargo, se volcó hacia dentro, reflexionando sobre cómo vivir de manera virtuosa, lo que le ayudó a ser considerado como uno de los mejores y más humanistas líderes de la historia. Sus «Meditaciones» no fueron escritas para ser vendidas al público, sino como un diario personal de reflexión, en el que se recordaba el tipo de persona que quería ser. Aun así, se han convertido en uno de los textos más venerados (y vendidos) del estoicismo.
Virtudes Estoicas y Conceptos Clave
En el núcleo del estoicismo residen un conjunto de virtudes y conceptos que explicaré porque nos van a ayudar a comprender mejor esta filosofía, antes de pasar a los ejercicios prácticos que propongo para la vida cotidiana.
Virtudes Estoicas
Las virtudes del estoicismo son cuatro: sabiduría práctica/prudencia (o, como a mí me gusta llamarla: sabiduría prudencial), coraje/fortaleza, justicia/bondad, templanza/moderación. Vamos a verlas a continuación, porque son fundamentales para entender cómo deben ser, según los estoicos, nuestros pensamientos, juicios y acciones en el mundo:
- Sabiduría prudencial: Este tipo de sabiduría no significa acumular conocimiento, sino que más bien representa la capacidad de ver las cosas como realmente son. Saber discernir lo correcto de lo incorrecto, lo que podemos controlar de lo que no y elegir acciones que estén en armonía con la naturaleza y la virtud.
- Coraje: El coraje estoico no se refiere únicamente a la valentía frente al peligro físico, sino también la fortaleza moral de enfrentar la verdad sobre nosotros mismos y el mundo, de mantenernos firmes en nuestras convicciones éticas, incluso (o, sobre todo) cuando la vida nos pone a prueba. Este es el tipo de coraje y fortaleza que nos permite abrazar el cambio y la incertidumbre, y que nos enseña la importante lección de que el crecimiento interior con frecuencia requiere superar obstáculos y miedos.
- Justicia: Entendida como la virtud de dar a cada uno lo que le corresponde, la justicia en el estoicismo abarca la honestidad, la equidad y el respeto por los derechos y la dignidad de los demás. No consiste tanto en una idea de justicia, en el sentido legal y moderno del término, sino más bien se trata de vivir con integridad y contribuir positivamente a la sociedad, reconociendo nuestra interconexión con los demás seres del planeta.
- Templanza: Por último, la virtud de la templanza o la moderación tiene que ver con el autocontrol en todas nuestras acciones y deseos. Es la virtud que nos enseña a desear sólo lo que es bueno para nosotros y para los demás, evitando los excesos que pueden llevarnos a la perdición. En la templanza encontramos el equilibrio entre el disfrute de la vida y la preservación de nuestra libertad interior frente a los placeres fugaces.
Conceptos Clave del Estoicismo
Después de esta breve pincelada a las virtudes estoicas, a continuación, vamos a ver cuáles son esos conceptos clave que nos van a ayudar a completar el puzle de la teoría estoica, antes de pasar a los ejercicios prácticos.
- Areté: La excelencia de carácter o virtud es la meta última en el estoicismo. La virtud es la conjunción perfecta de las cuatro virtudes que hemos visto antes. Esta areté o excelencia implica alcanzar el máximo potencial en todas las áreas de la vida, viviendo de manera coherente con las virtudes estoicas, y aportando nuestro mejor granito de arena al mundo en el que vivimos.
- Apatheia: Lejos de sugerir la insensibilidad que la propia palabra parece sugerir por su parecido con «apatía», la apatheia estoica consiste en estar libres de las pasiones malsanas. Es el resultado de gobernar nuestros deseos y aversiones con la razón, permitiéndonos responder a los desafíos de la vida con calma y claridad, sin ser arrastrados por emociones destructivas, como pueden ser la ira, el miedo, o la envidia.
- Ataraxia: Esta preciosa palabras significa tranquilidad del alma o paz interior. Los estoicos pensaban que se logra actuando lo mejor que sepamos en lo que podemos controlar (tendremos la conciencia tranquila) y aceptando lo que está fuera de nuestro control. La ataraxia es el fruto de vivir de acuerdo con las virtudes estoicas, donde, a pesar de las tormentas externas, la mente permanece serena y ecuánime.
- Eudaimonia: A menudo traducido como felicidad o florecimiento humano, la eudaimonia es el estado de vivir de una manera que es fiel a nuestra naturaleza racional y virtuosa. Es una felicidad profunda y duradera que surge no de placeres pasajeros, sino de una vida vivida con propósito y significado. Es el resultado de vivir con areté, apatheia y ataraxia.
Ejercicios y prácticas del estoicismo
Decía Séneca que «la filosofía se fundamenta en las obras y no en las palabras». Ya hemos hablado bastante, así que ahora vamos a ver cómo aplicar a la vida real todo lo que hemos visto hasta el momento. A continuación, expondré 7 herramientas, prácticas y ejercicios que puedes poner en práctica para adoptar este estilo de vida que es el estoicismo.
- Dicotomía del control: Como veíamos antes, representa la capacidad de distinguir entre lo que podemos controlar y lo que no es fundamental. Por ejemplo: Si un vuelo se cancela, en lugar de consumirnos por la frustración, podemos optar por emplear ese tiempo de espera de manera productiva, leyendo, meditando, o planificando proyectos futuros. Así estaremos transformando un contratiempo en una oportunidad.
- Premeditatio malorum: Esta expresión latina significa «premeditar los males» y es tan sencillo como reflexionar sobre posibles adversidades para prepararnos mentalmente. Un ejemplo práctico: Antes de enfrentarnos a una presentación importante, podemos pasar tiempo visualizando los posibles contratiempos que podrían surgir y planificar cómo los superaríamos, lo que nos prepara mejor para enfrentarlos si acaban sucediendo.
- Amor fati: Locución latina acuñada por Nietzsche, pero de la que ya hablaron los estoicos. Significa «amar el destino» y consiste en aceptar lo que la vida nos ofrece que no podemos cambiar, y eso incluye los desafíos. Ejemplo: Si enfrentamos una lesión deportiva, en lugar de verla exclusivamente como una desgracia, podemos considerarla como una oportunidad para demostrar fortaleza, para aprender sobre nosotros mismos y para cultivar la compasión por los demás que sufren.
- Escribir un diario por la mañana y por la noche: La reflexión diaria sobre nuestras acciones, pensamientos y emociones es quizás la herramienta más transformadora de todas. Consiste en establecer intenciones de acciones por la mañana y reflexionar sobre ellas por la noche. Por ejemplo, podemos dedicar unos minutos cada mañana para meditar sobre las virtudes estoicas que queremos practicar durante el día, y revisar por la noche si hemos vivido o no de acuerdo con esos principios.
- Visualización negativa: Un ejercicio controvertido por su dureza, pero tremendamente eficaz en los resultados. Se trata de imaginar la pérdida de lo que valoramos para aprender a no dar nada por sentado. Por ejemplo: Cerramos los ojos, ponemos un cronómetro de 3 minutos, e imaginamos cómo sería nuestra vida sin las comodidades modernas, como internet o la electricidad, o incluso cómo viviríamos después de la muerte de un ser querido.
- Perspectiva cósmica: También conocido como «vista de pájaro», este ejercicio nos ayuda a adoptar una visión más amplia de nuestra existencia, entendiéndola como un punto minúsculo en el tiempo y el espacio. Podemos llevarlo a la práctica de la siguiente manera: Cuando nos sintamos abrumados por problemas personales, intentamos visualizar la vastedad del universo y nuestro lugar dentro de él. Así, veremos nuestros problemas de una forma más relativa, recordándonos que somos parte de algo mucho más grande.
- Memento mori: Por último, «recordar que vamos a morir», es la práctica de las prácticas. Recordar que somos mortales nos ayuda a valorar cada momento de la vida. Nos reduce el ego y nos deja clara la lista de prioridades. Simplemente imaginarnos que nos quedan dos años de vida puede hacernos ver las cosas mucho más claras. Por ejemplo, puede ayudarnos a priorizar el tiempo con nuestros seres queridos y enfocarnos en proyectos que verdaderamente nos importan, viviendo cada día como si fuera el último.
Muchas gracias por leer hasta aquí.