La comunicación es una de las facultades más importantes del ser humano, a través de la cual no solo transmitimos y recibimos información, sino que expresamos sentimientos y emociones, y nos sirve para relacionarnos con las personas con las que interactuamos en nuestro día a día. Y ojo, porque esta comunicación puede ser verbal y no verbal. Una conversación cara a cara con una o más personas, una reunión, una llamada de teléfono, un whatsapp o una videollamada son ejemplos de comunicación interpersonal.
¿Cuántas veces no conseguimos entender al otro o hacernos entender? ¿Cuántas veces el tono o la forma desmerece el contenido del mensaje? ¿Cuántas veces hacemos daño sin querer con las palabras? ¿Cuántas veces somos incapaces de expresar lo que realmente pensamos y de poner límites? La forma en la que nos comunicamos y escuchamos es clave para mantener relaciones personales sanas, sólidas y honestas, ya sean familiares, laborales, vecinales, de amistad o de pareja. También lo es para resolver conflictos de forma respetuosa y constructiva cuando sea necesario.
El objetivo de una comunicación interpersonal efectiva y saludable es conseguir transmitir de manera clara nuestro mensaje, de forma que resulte comprensible para quien lo recibe, lo que evita equívocos y conflictos. Si además esta comunicación se hace desde el respeto y la empatía hacia el otro, contribuirá a mantener relaciones sanas, positivas y con las que todos se sientan cómodos.
La importancia de la escucha activa
Hablamos mucho y escuchamos poco. Esta suele ser la tónica en la comunicación interpersonal. Y sin escucha real, no hay comunicación efectiva, respetuosa y honesta. La escucha activa es ser capaz de escuchar al otro sin interrumpirle, sin querer intervenir y contar «lo nuestro» todo el rato. También implica escuchar al otro poniéndonos en su lugar, de forma empática y compasiva.
No se puede escuchar de verdad a otra persona si mientras nos habla estamos mirando el móvil, haciendo otra tarea o pensando en nuestras cosas mientras habla. Se trata de prestar toda nuestra atención a la otra persona. Y es que no es lo mismo escuchar que oír. La escucha activa implica entender lo que la otra persona nos quiere transmitir, tanto la información como los sentimientos y opiniones.
La asertividad, clave en la comunicación
La asertividad es otra característica de la comunicación interpersonal efectiva. Es necesaria para que la comunicación sea de igual a igual. De hecho, en términos de comunicación se habla de «derechos asertivos o de comunicación y expresión». Cuando existe asertividad en ambas partes, las personas que dialogan están al mismo nivel. En combinación con la escucha activa, llena la comunicación de respeto y honestidad, elimina el equívoco y, si hay discusión, esta puede llegar a ser muy constructiva.
¿Qué es la asertividad? Se trata de la habilidad de expresar nuestra opinión de forma clara, pero respetuosa, sin que nadie se sienta ofendido. Nos permite dialogar con calma, expresando nuestras ideas, sentimientos o necesidades de forma directa, segura, tranquila y honesta, todo ello acompañado de un tono de voz calmado, adecuado, empático y respetuoso con el resto de los interlocutores.
Dentro de los «derechos de asertividad» está el derecho a cambiar de opinión, que supone aceptar que nos hemos equivocado y nos permite superar nuestras limitaciones y mejorar nuestras habilidades y conocimientos, enriqueciendo la comunicación. Es fundamental reconocer este derecho también en el otro, sin juzgarle, increparle o reprocharle.
Cómo gestionar bien los conflictos
El conflicto es habitual en cualquier tipo de comunicación interpersonal. Lo importante no es huir de él, sino saber convertirlo en un diálogo asertivo, ya que puede ser muy constructivo y necesario para entender al otro y ampliar y superar nuestros propios límites. Y aquí la escucha activa se convierte en la clave.
Dialogar, escuchar y aceptar son tres verbos que debemos tener presentes si queremos mejorar nuestras habilidades de comunicación. No se trata de aceptar la opinión o el juicio que la otra persona tiene sobre un tema, sino de atender esta opinión, escucharla y respetarla. No hay que luchar contra las opiniones que no compartimos, pues ello puede llevar al conflicto y al desgaste, sino aceptar que la otra persona puede no pensar igual que nosotros y que su opinión también es válida y respetable.
Cuando hay conflicto o crisis en la comunicación, la asertividad y la escucha son las mejores herramientas para gestionarlo. Escucharnos a nosotros mismos es fundamental para poder ser asertivos en nuestras opiniones (¿qué quiero o qué necesito comunicar?). Y la escucha al otro es esencial para que se sienta comprendido y respetado durante la comunicación. Y todo esto es aplicable a cualquier tipo de relación interpersonal.
Claves para mejorar nuestras habilidades comunicativas
Además de las que ya hemos visto, aquí tienes otras claves para conseguir que la comunicación interpersonal sea eficaz, honesta y positiva:
- Mensaje claro y sencillo. Intenta comunicarte de forma clara, sencilla y concisa, para que tu interlocutor pueda entender fácilmente tu mensaje (sin ser condescendiente). De forma calmada, asertiva y manteniendo el contacto visual para transmitir confianza y honestidad. Intenta no ser reiterativo o pesado, si el mensaje se expresa de forma clara, no hace falta repetirlo 20 veces.
- Practicar la escucha activa. Ya sabemos que no es lo mismo escuchar activamente que oír. Escuchar de manera activa significa entender a la persona que habla, ponerse en su lugar y comprender tanto la información como los sentimientos y opiniones que se transmite a través del mensaje. Intenta no ser protagonista en la conversación o aprovechar cada pausa para hablar de ti y «promocionarte».
- Ofrecer feedback o retroalimentación. La retroalimentación consiste en ofrecer tu valoración, de manera asertiva, acerca del mensaje de la persona con la que estamos hablando. Esto hace que la otra persona sienta que la estamos escuchando y atendiendo, que no piense que «está hablando sola». Y además permite mejorar y resolver conflictos.
- Parafrasear. Por medio de esta técnica puedes comprobar si realmente has entendido el mensaje. Parafrasear es repetir el mensaje transmitido, pero con tus palabras y centrándose en aquellas ideas claves que has extraído. Así el otro puede comprobar si has entendido lo que quería transmitirte y además se sentirá escuchado.
- Aprender a decir que no. A muchas personas les resulta muy difícil decir que no y poner límites, expresar su opinión y sus sentimientos. Es imprescindible ser capaces de comunicar, de forma asertiva, lo que no queremos, lo que nos molesta o cuáles son nuestros límites. Decir no y poner límites es absolutamente necesario para evitar la manipulación de los demás y la frustración o rencor en nosotros mismos hacia la otra persona.
- Cuidar la comunicación no verbal. Para llevar a cabo una comunicación interpersonal efectiva, la comunicación no verbal es fundamental. Hay que intentar controlar las expresiones faciales, enfatizar un contacto visual positivo (no exagerado), cuidar la postura corporal, el tono de voz, gesticular adecuadamente, etc. Un lenguaje no verbal agresivo o demasiado invasivo puede intimidar o molestar al otro y hacer que nuestro mensaje verbal se distorsione o se pierda.
- Establecer la comunicación en el momento y lugar apropiados. Es clave ser inteligentes a la hora de elegir el momento y el lugar más convenientes para entablar la comunicación. Por ejemplo, hay ciertas conversaciones que deben mantenerse en privado, no delante de un cliente o un compañero de trabajo. También es esencial estar calmados y con la mente clara (y la otra persona también) antes de intentar mantener una conversación importante. Las personas implicadas en la comunicación deben sentirse cómodas y seguras. Por ejemplo, no es buena idea hablar cuando estamos muy enfadados o cansados.
Como hemos visto en este artículo, comprender el punto de vista de los demás es clave para construir relaciones empáticas, duraderas y positivas en las que los interlocutores se sientan cómodos, comprendidos y apoyados. Ser capaz de comunicarnos de forma asertiva y de escuchar de forma activa supone también un enorme refuerzo para nuestra autoestima y la del otro, lo que favorecerá y enriquecerá aún más la comunicación.