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Consumir lácteos, ¿sí o no?

El consumo de lácteos es un tema que ha generado mucho debate en los últimos años. Seguro que en algún momento te has preguntado si deberías incluirlos en tu dieta diaria o si sería mejor optar por otras alternativas.

En este artículo, exploramos los puntos a favor y en contra del consumo de lácteos. No se trata de tomar posturas extremas, sino de entender los diferentes aspectos y beneficios que pueden ofrecer estos productos lácteos.

Es importante destacar que la relación entre los lácteos y nuestra salud es compleja y varía de persona a persona. Algunos consideran los lácteos como una fuente esencial de nutrientes, mientras que otros los ven como una causa potencial de problemas digestivos o intolerancias. Por ello, pretendemos ofrecerte información objetiva que te ayude a descubrir qué opción se ajusta mejor a tus necesidades y preferencias.

Ventajas de tomar leche: lo que cuentan sus defensores

Quienes defienden el consumo de lácteos destacan a su favor el factor cultural y el valor nutricional. La conexión arraigada en nuestras tradiciones respalda su presencia en muchas dietas, mientras que su alto contenido en nutrientes, como calcio, proteínas y vitaminas, los convierte en una fuente valiosa para mantener una buena salud.

La leche es rica en calcio y otros minerales como magnesio y fósforo. Y cuenta con vitaminas de los grupos A y B. Solo tomada en su estado natural, es decir, entera, ofrece dosis equilibradas de proteínas, grasas y carbohidratos. Lo que lo convierte en uno de los alimentos más completos.

Inconvenientes de tomar leche: sus detractores hablan

intolerancia a la lactosa - Paleobull

Los que se encuentran en el bando opuesto, argumentan su oposición basándose en el hecho antinatural de tomar leche más allá de la época inicial del desarrollo humano. Es decir, los seres humanos, como cualquier mamífero, toman leche, en este caso materna, hasta que puedan alimentarse con cualquier otro tipo de nutriente. Según estos detractores, seguir alimentándose de leche va en contra de la propia naturaleza.

No en vano, la especie humana empezó a consumir productos lácteos hace apenas 10.000 años, cuando se creó la agricultura y ganadería. De ahí que no sea extraño que se haya convertido en una de las intolerancias alimentarias más extendidas. Tan solo en Asia el 90% de personas son intolerantes a la lactosa. 

Además, promueven la conciencia sobre la procedencia y calidad de los lácteos, animando a buscar productos derivados de fuentes orgánicas y libres de hormonas o antibióticos.

Productos lácteos: la leche y sus derivados

Más allá de la leche existen un buen número de productos alimenticios que están elaborados con este alimento como ingrediente principal. Son los denominados lácteos. Pero, ¿sabes realmente cuáles son?

Leche

Es aquella que proviene de un animal. Suele ser de vaca, oveja o cabra. La podemos encontrar en el mercado de varios tipos según su tratamiento:

  • Pasteurizada. La conocida como leche fresca. Se somete a altas temperaturas para destruir los microorganismos patógenos. Debe mantenerse refrigerada, aunque no se abra el envase, y tiene una caducidad de pocos días.
  • UHT. Es la más vendida. Puede ser almacenada durante meses a temperatura ambiente siempre que el envase esté cerrado.
  • Cruda. No se suele encontrar en el mercado, pero sí se puede comprar directamente a los ganaderos aunque no es recomendable su consumo sin hervir para prevenir intoxicaciones alimentarias.

Preparados lácteos

Son alimentos líquidos, cuya base principal es la leche, pero que llevan algún añadido como Omega 3 o fibra. 

Yogures

Existe una gran variedad, pero solo se consideran yogures aquellos que están fermentados con dos microorganismos: Streptococcus thermophilus y Lactobacillus bulgaricus. El resto, como los bífidus, son considerados leches fermentadas.

Leches fermentadas

Son aquellas leches que han sido fermentadas con otros microorganismos distintos a los del yogur. Como ya hemos visto, serían los productos conocidos como bífidus.

Postres lácteos

Llevan leche en distintas proporciones, aunque sus ingredientes son más variados como azúcares, nata, chocolate o distintos sabores de frutas. Los conocemos como natillas, flanes o arroz con leche, entre otros muchos. Si se preparan en casa con ingredientes naturales, no hay inconveniente en disfrutarlos de forma ocasional. Por otro lado, cuando se trata de versiones comerciales ultraprocesadas, se recomienda evitar su consumo.

Cuajada

No es un producto fermentado. Se obtiene al añadir cuajo a la leche para precipitar las proteínas, adquiriendo esa textura tan especial.

Queso

Lo podemos encontrar fresco o madurado. Se le añade cuajo u otro coagulante. Dependiendo de los ingredientes y el proceso de maduración, así será su valor nutricional. Según su origen, su elaboración o madurez, podemos encontrarnos con cientos de tipos de queso diferentes en el mercado.

Mantequilla

Se trata de una mezcla de agua en grasa procedente de la leche. La proporción de grasa suele ser de entre un 80 y 90%.

Consumir lácteos, ¿sí o no?

leche y sus derivados

Con todos los datos aportados es importante que individualmente hagamos nuestra propia valoración. Hemos visto como la leche contiene un valor nutricional significativo. De hecho, una gran parte de los nutricionistas recomiendan su consumo. Un factor clave para fomentar el consumo de leche es su gran aporte de calcio, sin embargo existen otros alimentos, como las algas wakame, las espinacas o los garbanzos, con mayor dosis de este mineral.

Como ya hemos visto, los productos lácteos se incorporaron a la dieta humana, de manera reciente. De ahí que hayan surgido intolerancias a este alimento. Antes de incorporarlos de manera obligada, deberíamos preguntarnos si nos sientan bien y nuestro organismo los tolera de forma adecuada. En el caso de que la respuesta sea negativa, mejor prescindir de ellos o sustituirlos por algunos derivados más suaves.

Otra cuestión a plantearse es cómo de sana o buena es la leche que se vende en los comercios. Siempre que se pueda, es mejor elegir leche orgánica o bio. También existen otras alternativas como las bebidas vegetales como la de almendra, soja, avena o arroz.

Tomar o no productos lácteos es una decisión personal que cada uno debe valorar según sus gustos y cultura. Lo importante es llevar una alimentación saludable y variada, ya que es el mejor salvoconducto para disfrutar de una vida plena de salud y bienestar. 

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